Capítulo 24: Ataque de pánico

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...A nadie le gusta la soledad, solo preferimos esta porque ya hemos recibido demasiadas puñaladas por la espalda, pero a veces es bueno saber que no se está solo en este mundo lleno de mierda con cara de amigo...



Pov. Zarek

Cuando Adara se marchó tras descansar un rato causa de su orgasmo yo me quedé en su casa solo, prendí la TV como rutina cuando ella no estaba y dejé que las voces inundaran mis oídos.

Me acosté en el sofá y cerré los ojos, tratando de descansar yo también de mi clímax.

Mi mente divagó hasta reproducir claramente como Adara reaccionaba ante mis caricias, el como se retorcía de placer bajo mis toques y me incitaba a seguir, el cómo hizo que llegase a mi clímax con sus manos y boca haciéndome desearla aún más.

Cómo cambia drásticamente en la cama, volviéndose más suelta y atrevida, y la manera tan dulce y excitante en que mi nombre resonaba entre sus labios apenas minutos atrás.

Solo de recordarlo volvía a sentirme listo para poseerla, solo que esta vez le haría suplicar por más, la haría gritar mi nombre con tanta fuerza que se quedaría sin voz, sus gemidos los oiría los mismísimos Dioses mientras la llevaba al límite entre el cielo y el infierno.

Una sonrisa se me escapó ante mi imaginación de ella sin poder escapar de mí.

Sin embargo, recordé cuando me besó, ese beso que portaba tanta lujuria como ¿ternura?

Hace mucho nadie me besaba así. Ya había olvidado lo bien que se sentía. El cómo buscó no solo su placer, sino también el mío, y el corto beso antes de salir de la habitación.

Un vago recuerdo casi olvidado me hizo dar un respingo de disgusto y forzarme a pensar en cualquier musaraña para despejar mi mente. Ya casi lo había olvidado, pero no, Adara tenía que ser diferente.

Ella tenía que ser el alma blanca entre tantas oscuras.

Pasé el resto del día entre TV y pizzas que pidió ella antes de ir a ver a su hermana. Cuando abrí la puerta y a aquel chico por poco se le cae la baba resoplé y tomé mi bocadillo tras darle el dinero que la dueña de la casa había dejado sobre la encimera para que pagase.

Odio el modo en que las personas se me quedan mirando, pero tras tantos años ya estoy acostumbrado a esto.

Recordé la primera vez que vi a Adara y ella me miraba de esa forma, fue la noche en que me invocó. Resoplé al recordar que momentos después me apartó.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora