Capítulo 41: Realidad torcida

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...Y sólo cuando te sientes prisionero de tu propia realidad es que de verdad sientes el verdadero significado del miedo...




— Cielo, ¿te sientes bien? —pregunta mi madre al ver lo pálida que me encuentro y aparto su mano de manera brusca, me alejo de Egan y Keila.

— Ustedes no son reales —murmuro, y cierro la puerta en sus caras, observo mi casa, está cambiada, las cosas están es su sitio, pero algo no se siente bien.

< Zarek, ¿dónde estás? >

Corro hacia mi habitación y busco mi teléfono, allí lo hallo pero no encuentro el contacto de Iria, ni el de Elena, ni siquiera el de Esteban.

< ¿Qué está pasando? >

Me dejo caer en el suelo, y lágrimas comienza a brotar de mis ojos mientras siento mi pecho oprimirse.

< ¿Acaso eras un sueño? >

Observo cada punto de la habitación y los recuerdos de él vienen a mi mente, miro hacia la cama y lo veo acostado, salgo de la habitación mientras mi vista es nublada por las lágrimas, ahora lo veo recostado de la pared del pasillo mientras me pide que no me aleje.

Sigo hacia la cocina, él y cada beso que sucedió en esta estancia, la sala, y ahí está, viendo los Vengadores, con las piernas cruzadas sobre el siento, me asomo al patio y también se halla ahí, mientras mira hacia el cielo con anhelo.

No puede ser que hayas sido solo parte de mi imaginación, todo fue demasiado real, cada lugar me recuerda a ti, tu melancolía, alegría, seducción y peligrosidad, cada parte de ti se haya impregnada en mi casa.

Pego la espalda a la pared y deslizo esta hasta quedar sentada, mis sollozos se dejan escuchar cada vez más fuerte.

Eres real Zarek, lo sé, pero ¿cómo encontrarte? ¿cómo volver a ti?

(...)

No sé cuanto ha pasado, pero una mano toca mi hombro, abro los ojos con lentitud y veo a Keila, ella frunce sus labios.

— ¿Ahora estás mejor? —pregunta y la miro confundida.

Asiento levemente con la cabeza, miro a mi alrededor, me hallo en la cocina, me he quedado dormida aquí, siento mi rostro húmedo y lo seco con mis manos.

— Creo que tuve una pesadilla —comento.

— Esta mañana estabas muy rara, ni siquiera fuiste a la universidad.

— ¿Donde esta...? —Mi pregunta se queda en el aire.

— ¿Dónde está quién?

Lo medito por un momento, y observo a Keila.

— Es una chica, un poco más baja que yo, tiene ojos verdes y el cabello rubio —Le explico.

Ella parece sopesarlo por unos segundos.

— No creo haber visto a una chica con esa descripción hoy —Su mirada se posa en mí—. ¿Cómo se llama?

— No lo recuerdo —murmuro.

— Bueno, no importa, veamos películas —Me mira mejor y hace una mueca divertida—, y por favor, date un baño, te ves horrible —Ella ríe.

Me observo en el espejo de mi móvil el cual se haya a mi lado y yo también hago una mueca, estoy despeinada y con ojeras terribles.

Me pongo de pie y me dirijo al baño, por un momento me observo al espejo.

– No sabía que te podías ver hermosa aun con ojeras, es increíble.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora