Capítulo 39: Dice

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...No podemos pedirle a los Dioses que resuelvan todos nuestros problemas, pero si que nos dejen en paz de las desgracias por tan solo unas pocas horas...




Pov. Adara

No lo puedo creer, frente a nosotros se halla una mujer alta, voluptuosa, viste un vestido color rojo pasión ajustado a su cuerpo y su cabello es corto, un poco más arriba de sus hombros, de un color castaño oscuro.

Me mira y sonríe.

— Hola, soy Dice, la diosa de la justicia humana.

— Hola —levanto una mano en saludo, incrédula aún.

Aunque Zarek parece más incrédulo que yo.

— Me escuchaste —dice casi en un susurro y esta asiente.

— Mis hermanas están en un juego de póquer con las Cárites.

—Se encoje de hombros con naturalidad, nunca me gustó el juego.

OMG, ¿juegan póquer en el olimpo o qué?

Ella toma asiento a nuestro lado y cruza sus piernas.

— Sé para que me llamaste, y puedo ayudarte —afirma y de seguro mis ojos están brillando de felicidad ahora mismo.

Zarek se ve impactado ante esto.

— Por favor, díganos como liberarlo —pido ya que la mente de mi acompañante está en una galaxia muy distante a esta.

Ella me sonríe con compasión y luego su semblante se vuelve serio.

— El tatuaje que llevas en tu espalda es la clave de tu liberación —comenta hacia Zarek y ambos comenzamos a prestarle el máximo de atención.

>> El hombre te representa a ti y las alas oscuras son tus deseos de libertad, las cinco plumas que hay debajo de este representan las cadenas que te mantienen atado a la maldición que te impuso el panteón griego, si logras contrarrestar tus cadenas antes de la octava luna entonces quedarás libre.

— Falta muy poco tiempo —El horror se le ve en su rostro.

Ella asiente con la cabeza.

— Así es, es mejor que te des prisa y averigües de que se tratan.

— Por qué no lo dices y te dejas de adivinanzas?! —exclama este y golpea la mesa, poniéndose de pie, aunque Dice no se mueve ni un instante.

— Sé que estás desesperado y estos años han sido muy difíciles para ti, pero sabes muy bien que los Dioses solo podemos dar un pequeño empujón, si resolviéramos todos sus problemas sería un caos, la humanidad debe probar su fortaleza, y lo sabes.

Pasa una mano por sus cabellos.

— Eres la Diosa de la justicia, ¿cómo permitiste que algo así pasara?

Siento que esta vez ya no están hablando de su maldición, yo solamente observo esto de manera imparcial.

— Repito, no puedo hacer nada sobre el libre albedrío de los hombres, solo puedo garantizar que haya justicia para los malos actos, y te aseguro que ella está bien, y su agresor está muerto y en el Hades.

Él vuelve a sentarse en su silla y deja caer su cabeza hacia atrás mientras lleva su mano a su rostro.

— No pude hacer nada a tu favor porque en cuanto la maldición cae sobre ti ya no está en mis manos tu justicia, lo lamento mucho.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora