Capíulo 21: ¿Quieres que siga?

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...Y justo cuando pareces tener todo bajo control el mundo da un giro inesperado, haciéndote ver que el control solo está en nuestra mente...



Sonreí, tomé su plato acercándolo a mí y comencé a cortar los trozos de pizza para luego colocar nuevamente el plato frente a él.

Me sonrió para luego tomar el tenedor y comenzar a comer. Pero esta vez fue diferente, no fue una sonrisa socarrona, ni burlona como las que normalmente me ofrecía, esta fue más sincera, fue la primera vez que lo vi sonreír de esa manera, y me gustó.

Su rostro denotó sorpresa ante el nuevo sabor que invadía su boca, comenzó a comer con más rapidez aunque con cuidado, sé que estaba haciendo un gran esfuerzo para contenerse y no llenar su boca con el manjar.

Al terminar de comer su mirada se posó en mí con un gesto un poco de súplica y sonreí ante esto.

— Te dije que te gustaría —Le recordé.

— Tienes razón, está muy buena —volvió a sonreírme de una manera sincera y por un momento pude oír el suspiro de alguna mujer dentro de aquel local, no la culpaba, esa sonrisa se veía demasiado genial en él.

—¿Te parece si pedimos para cenar? —asintió con su cabeza y luego de pagar la cuenta ambos nos levantamos de nuestros asientos y nos encaminamos nuevamente hacia la casa.

Unas calles antes de llegar le vi llevarse su mano derecha al pecho un par de veces. Nunca le había visto haciendo esa acción, sin embargo, no le di mucha importancia mientras nos acercábamos a mi hogar.

— ¿Te gustaría alguna bebida con las pizzas? —pregunté mientras insertaba la llave en la cerradura de la puerta y la abría.

Al no recibir respuesta volteé confundida ya que él venía hablando todo el camino de la cena, o por lo menos hasta que empecé a notar sus acciones repentinas.

Su vista estaba posada en la mía, como si esperara algo.

— ¿Ocurre al...? —No pude terminar mi frase ya que una de sus manos terminó sujetando mi nuca y su boca estampando la mía mientras su lengua se introducía sin permiso entre mis labios entreabiertos.

Aquel beso exigente fue suficiente para que algo dentro de mí se encendiera, una de sus manos se introdujo bajo mi camiseta buscando el tacto de mi piel desnuda mientras me hacía retroceder y la puerta se abría por el peso de nuestros cuerpos.

Al estar dentro cerró la puerta con su pie causando un sonoro golpe y me llevó contra esta sin romper aquel fogoso beso.

¿Por qué así de repente?

¿Qué había pasado?

La verdad esas preguntas se quedaron sin contestar en mi mente cuando sus manos se deslizaron hasta mi trasero dando un apretón que se sintió extremadamente bien mientras nuestras lenguas buscaban a la otra con necesidad.

Sin esfuerzo me levantó del suelo mientras esta vez sus besos descendían a mi cuello y mis dedos se perdían entre las hebras de su cabello castaño. Mis piernas se aferraron a su cadera cuando mi espalda volvió a chocar con el material de la puerta.

Pude sentir como su miembro comenzaba a reaccionar al tenerme sobre él.

— Quiero hacerte mía —susurró a mi oído mientras sus labios rozaban mi lóbulo haciendo que mi piel se erizara.

Me froté contra él en respuesta, yo quería lo mismo, lo sentí sonreír contra mi piel, de esa manera en que siempre lo había hecho, antes de volver a atacar mis labios con deseo.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora