Capítulo 32: El Bad Boy

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— ¿Cómo pudiste salir tan bien en el examen? —lloriqueaba Iria a mi lado mientras yo iba airosa.

— Para que veas que no deberías estar perdiendo tu tiempo en conversar por chat con Esteban —Me burlé.

— Tú deberías haber estado entretenida, ¿cómo rayos puedes concentrarte en estudiar con el papasito de Zarek alrededor?

< Eso mismo me pregunto yo. >

Me encojo de hombros.

— Una Diosa jamás revela sus secretos.

Ella golpea mi hombro.

— La diosa del estudio, no sé cómo lo haces.

En ese momento sale del salón de clases Keyla, con un suspiro cansado se detiene frente a nosotras.

— ¿Cómo saliste? —pregunto.

Ella solo rueda los ojos.

— Istiri ficil —Iria y yo reímos cuando imita las palabras de nuestra profesora en burla—. Algún día me vengaré de los profesores que se atreven a decir que los exámenes son fáciles.

— Recuerda que ellos son los que los hacen —Le dice Iria.

— Ah sí, es cierto —Keyla pone gesto cansado—. Y aún nos hace falta terminar el seminario.

— Yo ya terminé mi parte del proyecto —admito y ambas me miran impresionadas.

— No se supone que deberías estar distraída en casa —Me pregunta incrédula mi amiga.

— Otra más —expreso rodando los ojos.

— Keyla, Iria, Adara —escuchamos nuestros nombres de la voz de nuestro profesor de historia, volteamos en su dirección e inmediatamente mis acompañantes colocan una sonrisa de oreja a oreja.

Ruedo los ojos ante eso, lo único que hace falta es que se les caiga la baba.

— ¿Ya terminaron todos la prueba? —pregunta y las tres asentimos—. Bien, entonces ya entren, iré a buscar a los demás —menciona y da media vuelta alejándose de nosotras.

— Que culazo se carga —comenta Iria con sus dos manos hacia adelante haciendo un gesto como si estuviese apretándole la nalga a nuestro profesor y tanto mi amiga como yo le damos una mirada indiscreta.

— ¿Tú no eras la que estaba enamorada de Esteban? —Le cuestiono divertida.

— Ay hermana, la que no es puta no disfruta —dice divertida y hace un gesto con la mano en señal de que le restemos importancia.

Tanto Keyla como yo negamos con la cabeza ante mi hermana, es que no había remedio con ella, en serio.

(...)

Ya casi es la hora de que el timbre toque finalizando el aburrido horario de Historia del arte. Y yo muy agradecida, hasta que una frase de nuestro profesor nos descoloca.

— Ha habido un cambio con los grupos con los que se hará el seminario final.

Todos comenzamos a reclamar al mismo tiempo, ¿Qué le pasa al sistema educativo?, ¿no sabe lo difícil que es terminar un proyecto que comenzaste con otras personas?

— Escuchen —Nuestro profesor llama al orden y nosotros callamos—. Había demasiados equipos a evaluar, por lo que se dispersaran unos cuantos, agregando un integrante más por equipo.

Él toma en sus manos un par de hojas y comienza a leer los integrantes de los equipos, Keila, Iria y yo cruzamos los dedos rezando por no ser uno de los equipos a los que disuelvan.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora