Capítulo 23: Promesa

1.8K 291 59
                                    

...Deseo que nunca estés mal, quiero protegerte a toda costa, porque se que hay más en ti de lo que dejas ver...



— ¡Hasta que llegas! —exclama Iria al verme tras la puerta.

— Estuve ocupada —Me justifico encogiéndome de hombros.

— Si claro, ocupada —Me mira con sospecha clara en su rostro—. Hay que ver con que o con quien.

Ruedo los ojos.

— Deja de darle vueltas al asunto y dime que es lo que pasa.

— Esteban ha estado aquí porque llegaste muy tarde, y se ha llevado el pergamino.

< Mierda. >

Sujeto el puente de mi nariz para poder controlarme y analizar la situación.

— ¿Qué te ha dicho?

— Que si faltaba algo me mataría.

Reí, aunque la situación no lo ameritaba e Iria me pintó de loca.

— Lo siento, pero es que me cuesta pensar en cómo rayos te terminó gustando un tipo que te amenaza con matarte.

Ella me sacó la lengua.

— Bueno, dejemos el tema de mi vida amorosa, el caso es que necesitamos recuperar el pergamino, o por lo menos antes de que lo revise y se de cuenta que no hay nada escrito en este.

Me encogí de hombros.

— Puede pensar que es una falsificación o algo así, o sea, tampoco es como si de verdad fuese a creer que hemos invocado a un "servidor de féminas"— hice comillas con mis dedos.

Ella lo meditó por un momento.

— Tienes razón, es lo más probable.

— Dime la verdad, lo único que querías era ver a tu grandiosa hermana —Le guiño un ojo y ella bufa.

— Que autoestima tienes ¿eh?

— Bueno, ¿quieres ver una peli hasta la noche?

— ¿No piensas regresar con tu Dios Griego? —cuestiona divertida.

— Sí, tal vez después, ahora me gustaría ver una peli y asaltar el refri —corrí directo a la cocina.

— No te atrevas a tocar mis malteadas —advierte mientras me sigue.

— Las encontré —añado abriendo una.

— ¡Ara!


Zeus había visto cuando Afrodita se habían llevado a un bebé nacido de aquel árbol que antes había sido la princesa Mirra, sabiendo que esto más adelante podría resultar en algún problema eminente fue a ver a las Moiras para saber sobre aquel niño y su destino.

Estas le echaron su suerte.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora