Capítulo 43: Despierta

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...Mi realidad es hermosa por las personas que me acompañan en ella...



Morfeo asiente con la cabeza, y entonces mueve su mano a su derecha, y un portal color blanco se abre.

— Detrás de esta puerta está el mundo de los sueños de quien buscas, averigüemos si puedes entrar —menciona y asiento.

Camino hacia esta y entro, siento un dolor en mis piernas, como si algo me evitara avanzar, pero no me voy a detener, no ahora.

El final se acerca y logro pasar, me hallo en casa de Adara, justo fuera de la puerta. La veo, está sentada frente a la TV, sin embargo se ve apagada, le falta ese brillo que la caracteriza.

Trato de tocar la manilla de la puerta pero mi mano la traspasa. Frunzo el ceño pero no le doy importancia, mi cuerpo pasa a través de la puerta y corro hacia ella.

— Adara, Adara —La llamo, pero no parece verme.

La puerta se abre y veo entrar a Egan.

< ¿Qué hace este chico aquí? >

— Ara, ya llevas mucho así, vamos a salir —dice.

— Aléjate de mí —ordena.

Sonrío orgulloso. < Así se hace Adara. >

— Pero...

Intenta refutar y ella se pone de pie, avanza hasta él y le muestra la puerta, Egan sólo asiente con la cabeza y antes de salir deja un beso en su mejilla.

Aprieto mis puños a los costados.

< Maldito imbécil. >

Ella cierra la puerta, se recuesta de esta, y mi alma se rompe al verla sollozar, avanzo hasta su cuerpo, colocando mis manos en su rostro, sólo rosándola, porque la traspaso, no me gusta verla llorar.

— Adara, no llores, no estás sola —pido en un susurro.

Pov Adara

Lloro, algo en mi alma duele, siento que falta algo importante, siento que debo alejarme de estas personas, me he quedado sola, como siempre.

< ¿Dónde estás? > Ese pensamiento recorre mi mente desde el primer día en que comenzó esta locura.

Y de repente siento un leve roce en mi rostro.

— No estás sola —Esa pequeña frase se cuela en mis oídos, levanto la vista y frente a mis ojos comienza a aparecer la figura de un hombre, piel morena, cabello castaño claro y esos ojos, esos ojos dorados hermosos.

— Zarek —Y su nombre vuelve a mis labios, siento una molesta punzada en mi cien y los recuerdos vuelven.

— ¿Me ves? —pregunta y asiento con la cabeza, sonríe y suspira aliviado.

— Zarek —Me lanzo hacia él y cae sobre su espalda conmigo encima mientras me abrazo a su cuello—. ¿Dónde estabas? —chillo dolida.

— No es dónde estaba, es dónde estás tú —aclara.

Me separo un poco de su cuerpo para poder mirarlo.

— ¿De qué hablas?

— Esto es un sueño Adara, necesito que despiertes —pide y su cuerpo comienza a desaparecer ante mis ojos.

— Zarek, no te vayas —suplico.

— Busca algo fuera de lo normal, regresa —Tras decir eso ya no está.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora