03 de enero de 2022.
Rosa blanca.
Anastasia.
La mansión Caruso ha sido por años el principal centro de los negocios de la CAOV. Desde que padre tomó el cargo, las reuniones más importantes con su círculo de confianza se llevaban a cabo dentro de los límites de una de las fincas más grandes de España.
Y cuando yo tomé el cargo, seguí con su legado como su hija.
Es por ello que no lo pienso ni un segundo tras tener su aprobación para decirle a Maxim Sokolov las coordenadas de la casa que será la cárcel de los mestizos por lo menos, durante las primeras semanas de su estadía en España.
Tal como lo acordamos, mis hermanos llegaron a Barcelona hace poco más de una hora y en este momento están siendo trasladados por un escuadrón de máxima seguridad del ejército ruso.
—¿Qué tienes que decirme sobre Marcello? —insisto en mi intento por conseguir información, consciente de que es cuestión de horas antes de que el primer grupo de mis hombres se adentre en el territorio de Ibrahim.
Año nuevo ya pasó. Y tal como lo dije, el tiempo de gracia de Maxim llegó a su fin.
No pienso quedarme más de brazos cruzados, esperando por un ataque que tal vez ellos nunca hagan sin importarles que es mi esposo el que corre peligro.
Sé que soy la única que tiene realmente la esperanza de que esté vivo, todos alrededor creen que me estoy haciendo ilusiones en vano, que estoy dando todos mis alientos por alguien que tal vez ya está muerto, pero yo no puedo ni voy a asimilar eso hasta que no tenga su cuerpo sin vida frente a mí.
Y eso es algo que nunca va a pasar porque mi esposo está vivo.
—Anastasia, estamos haciendo lo posible para...
—Para seguirme dando largas en vez de resultados —lo corto, recibiendo su mirada incrédula por la forma tan seca en que me dirijo a él. Ya no me queda paciencia con este hombre—. Se acabó el tiempo, Maxim.
—¿Por qué eres tan impulsiva? ¿No puedes darnos algo más de tiempo?
—No.
Y él no tiene ni idea lo impulsiva que puedo llegar a ser.
Maxim da un paso al frente, completamente decidido a intentar convencerme, pero su hablar queda en tan solo pensamientos nada más las cinco camionetas blindadas se instalan en la entrada de la mansión.
—Ya hablaremos tú y yo —me advierte.
—No tenemos nada de qué hablar —respondo, mirándolo de soslayo—. Voy a buscar a Marcello así me tire a tu jodido gobierno encima.
Su mano intenta envolver mi brazo, pero diviso el movimiento mucho antes y me aparto, recibiendo a los hombres que se bajan de las camionetas, preparando todo para la salida de los reclusos de la tercera de ellas.
ESTÁS LEYENDO
DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓
RomanceLIBRO II [T-E-R-M-I-N-A-D-A] Crueldad y piedad. En la mafia no se perdona ni se olvida. Perverso. Manipulador. Sanguinario. Vil. Marcello Venturi ha regresado y esta vez mucho más peligroso que antes. El juego de poderes no ha terminado. De hec...