CAPÍTULO 11

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Dolorosas caricias

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Dolorosas caricias.

Marcello.

Las letras se burlan de mí a medida que releo las palabras que con mi puño y letra escribí en la madrugada.

Ya no sé qué es mentira y que es real.

Ella estaba dormida a mi lado, yo la sostenía con firmeza como si no quisiera que nada la dañara. Luego despertó y comenzó a gritar. Se desvaneció entre mis brazos y un rostro desconocido apareció frente a mí, burlándose al ver que no la encontraba.

Mauricio dijo que era normal que mi cerebro quisiera buscar la manera de darme señales, pero que muchos de mis sueños podrían no ser un reflejo real de lo que había pasado hace meses.

—Mi niño Marcello. —No levanto la mirada ante el llamado de Fina. Solo espero—. Marcello —vuelve a llamar cuando está en el umbral de la puerta.

Nerviosa, se remueve desde su lugar. Su mano se aferra con fuerza al teléfono fijo reconociendo lo que tiene alrededor. Todo está en el suelo, mis libros, mis archivos, hice un desastre aquí buscando respuestas en vano.

—Tienes una llamada.

—¿De quién?

—De la Catedral.

Mi ceño se frunce, no es lo que esperaba escuchar de su boca.

—¿Dijeron el motivo?

—Solo que es importante. Es sobre la boda.

Suelto un suspiro, sacudiendo la cabeza.

—Vittoria es la que se está encargando de eso, dales el número. No tengo nada que hablar con ellos, Fina.

—Marcello —llama nuevamente, decidida.

Es el mismo tono que usaba cuando no le hacía caso a mi madre cuando tenía diez. Le debo respeto, casi tanto como ella a mí, y solo por ello, centro mi atención en ella.

—¿Qué?

—Es urgente y dijeron que no hablarán del tema con alguien más que no seas tú. Que si no pasas al teléfono, no pueden darle paso a la boda.

—Su maldito deber es casarme en poco más de una semana, no les estoy preguntando si quieren hacerlo.

—Marcello.

—¡Deja de decir mi nombre!

Fina salta al momento en que el estruendoso regaño sale de mi boca. No me disculpo a pesar de que veo el temor en sus ojos con el golpe de mis puños sobre mi escritorio.

—Pásame la llamada —extiendo mi mano hacia ella. Se acerca y cuida mucho sus manos para no tocarme cuando pone el teléfono sobre mi palma abierta—. Dile a Vittoria que quiero hablar con ella.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora