CAPITULO 52

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Verdad y falsedad

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Verdad y falsedad.

Anastasia.

La rubia sentada frente a mí no deja de mirarme, frunciendo el ceño a medida que le hablo sobre el casino en dos semanas, al cual no irá. Cree que no la miro mucho, que mi atención está en el computador en el que paso algunas imágenes, explicándole la situación, pero mis ojos no se apartan disimuladamente de ella, de la forma como recoge las piernas, tratando de no moverlas porque aún le cuesta no pensar en la forma como tardó en recuperar del todo la movilidad.

—¿No irás al gimnasio? —Sacude la cabeza, observando la pantalla en la que finalizo mostrándole la invitación al casino—. Escuché que volviste al cuadrilátero la semana pasada.

—Lo hice. —Respira hondo. No habla mucho sobre su vida, apenas recibe visitas mías y de su hermano al igual que de Natalia, pero del resto, se la pasa en el gimnasio—. Escuché lo que pasó con tu hija, Félix estaba preocupado. ¿Cómo sigue?

—Está mejor. Lo de Ilias y Lucy le afectó demasiado, pero Jimena está teniendo sesiones con ella.

Ante la mención de Aleska no puedo evitar la sonrisa que se desliza entre mis labios. Isabel lo nota y sonríe también, recibiendo el celular que le tiendo y en el que no tarda en aparecer la foto de Aleska junto a Massimo y Stella en Gijón. Franchesca batalló demasiado para que todos salieran bien, aún llenos de harina.

—Es hermosa. —Hay calidez en los ojos azules de Isabel, es la primera vez que ve a Aleska y no me cohíbo en mostrarla porque ya todos saben de ella. Pocos la han visto, pero saben que Marcello y yo tenemos una hija—. De no saber que es adoptada, diría que es tu vivo retrato.

Mi sonrisa desaparece, pero Isabel no lo nota, solo se enfoca en pasar las fotografías que la llevan a una piscina donde Aleska trata de lanzar a Massimo porque casi deja ir al señor koala a la alberca.

—Y mira su nariz —no deja de sonreír—, los ojos se le achinan como los tuyos cuando está enojada. Parece tu hija biológica, Anastasia.

—Es porque lo es —me sincero, tomándola por sorpresa. Frunce el ceño, la risa cesa, pero no me arrepiento de decirlo en voz alta. No quería que Ilias lo supiera, pero él ya está muerto—. Aleska es mi hija biológica, Isabel.

—¿Qué?

—Voy a contarte algo y espero que quede entre nosotras.

No me cuesta hablar, aunque me pregunto el motivo por el cual estoy por contarle mi vida a Isabel De Luca. Tal vez es por la mirada triste que veo en ella y que me hace recordar a la vieja Anastasia que llegó a Barcelona hace tantos años.

—¿Recuerdas a Ilias Kozlov? —Ella asiente efusivamente. Claro que lo debe recordar. Se molestó conmigo porque no la dejé seguir metiéndose en la boca del lobo cuando nos metimos a casa de Marcello—. Ilias trabajaba para los Abramov cuando yo era niña.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora