EPILOGO

97.4K 9.7K 17K
                                    

Cinco meses después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cinco meses después.

Febrero 2023

Cartagena de Indias, Colombia.

Anastasia.

Un par de dedos ágiles y atrevidos me hacen despertar. No sé que hora es, no sé cuanto llevo en el hotel, solo que estoy agotada, pero jadeante, entreabriendo los ojos mientras un par de labios salvajes se acoplan a mi sexo angustiado por correrse.

Estoy demasiado caliente estos días.

Mi mano empuña el cabello algo largo que retengo entre mis dedos, moviendo a mi antojo la cabeza del hombre que se zambulle en mi coño, lamiéndome en busca de hacerme explotar, de liberarme como lo he querido hacer en semanas y no he podido por el trabajo.

Me enoja que me despierte, mucho más ahora, lo sabe, pero se siente tan bien que no lo detengo para echarlo, solo balanceo mis caderas contra su rostro, soltando un gemido ante el húmedo contacto de su lengua contra mis pliegues. Tiemblo, aferrándome a las sábanas con mi mano libre, mis nudillos probablemente se tornan blancos ante la presión, pero no me importa, solo quiero correrme y no lo consigo lo suficientemente rápido.

Recorre mis labios más íntimos con sus dedos antes de penetrarme con ellos, sacándome un ligero ahogo que abandona mi boca sin avisar, pero que lo hace sonreír al entrar y salir, deslizándose en mi resbaladizo canal que le da el paso a hacerme estallar, desbordando más y más de mi lubricación contra sus labios, los cuales la chupan ansiosos hasta dejarme seca y cansada.

No me dice nada al cernirse sobre mí, pero veo la perversión recorrer sus ojos, siendo lo único que consigo antes de que se baje el pantalón y se entierre en mí, golpeando en mi sexo con rudeza, ansia y muchas ganas.

No consigo abrir las piernas lo suficiente, él no se pega mucho a mí, solo se sostiene en la cama, entra y sale, me agobia con sus acometidas que no hacen más que hacerme ansiar más hasta que de un gruñido saca la polla y se corre en la parte baja de abdomen, detallando su semen en mi piel con una maldita sonrisa que me hace apartarlo ante el calor que vuelve a invadirme incluso cuando acabo de dejarme ir con su polla en mi coño.

Quiero llevármela a la boca. No debería, pero quiero.

—¿No debe...

—Tengo ganas de ir al baño, duérmete —digo, cansada por el día de mierda que tuve hoy.

Él no me sigue, y para cuando regreso luego de casi media hora encerrada, está dormido. Elevo una ceja viéndolo apenas cubierto por la sábana blanca. No me quedo, solo salgo tras vestirme, dejando que la fría brisa nocturna de Cartagena me esclarezca las ideas.

Ya es demasiado tarde para volver a la isla donde me he quedado estos meses, haciendo tratos por debajo de la mesa, haciéndome un nombre al que ya temen y al que quieren llegar. De algo sirvió lo que hice y es para que mis enemigos ahora quieran buscar una mesa de negociación en donde yo esté, porque ahora soy yo quien mueve todos los hilos que les traban el camino para avanzar.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora