CAPITULO 24

95.2K 9.5K 14.8K
                                    

«маленькая пантера»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«маленькая пантера».

Anastasia.

Las calles de Madrid me traen recuerdos. Justo aquí todo se nos vino encima hace varios meses y las consecuencias de ello aun nos persiguen en medio de nuestro intento por salir adelante. Lo único bueno que dejó todo ese desastre fue que me enteré de la existencia de Aleska, y si pasar todo aquello era necesario para tener a mi hija conmigo, lo haría sin pestañear otra vez.

—Siempre es un gusto verte, Anastasia —el tono sarcástico de Qiang no se me escapa, pero fuerzo una sonrisa que no llega a mis ojos a manera de saludo—. ¿Viniste sola?

—A diferencia de ti, yo no le rindo cuentas a nadie —aseguro con los ojos en Ryo, el cual espera a una distancia considerable sin despegar sus ojos negros de nosotros.

Ese hombre de porte rudo, expresión brusca y vestimenta negra, es el causante del dolor de una Isabel que no ha salido de su casa en meses, que busca refugio en su habitación sin atreverse a hablar y que se consume poco a poco sin aceptar ayuda.

Ese hombre tiene una cruz en su frente aún si no sabemos que le hizo a Isabel.

—¿Qué quieres, Qiang?

Tomo asiento frente a él en el solitario restaurante en el que lo cité. Es propiedad de Nox y me lo prestó para que la reunión con el Oyabun de la OVCA tuviera lugar. Qiang no luce muy diferente a como lucía hace un par de meses, se mantiene en forma, alerta, resistente, pero las bolsas bajo sus ojos no son gratis y sé, que al igual que yo, se ha tenido mucho tiempo sin dormir, queriendo llegar a aquellos que nos jodieron en nuestro territorio.

—Creo que sabes que estoy siguiéndole la pista a Ibrahim Musleh. —Mi rostro inexpresivo se mantiene así, negándome a confirmarle algo—. Quiero que me contactes con Nadim Mubarak porque necesito cierta información que solo él puede facilitarme.

Suelto una carcajada. ¿Cree que puede reunirse conmigo y exigir algo que no estoy dispuesta a dar gratis?

—¿Y qué te hace pensar que estoy a tu disposición para que con una llamada puedas solucionar tus problemas? —cuestiono, sarcástica.

Sus labios se curvan, su cuerpo se inclina hacia el frente y lo tengo con sus ojos negros clavados en mí al igual que los míos lo están en él.

—Ibrahim tiene alguien en tu territorio —confiesa, tomándome por sorpresa—. Y te diré quién es si haces esa llamada.

—¿Tú como lo sabes?

—Porque al igual que tú, tengo gente en todos lados, Anastasia.

No respondo, pienso en la manera en que me intenta convencer con sus ojos, pero me limito a observarlo.

—Tendremos un trato cuando me envíes la información de la persona que está en mi territorio y le rinde cuentas a Musleh. —Me pongo de pie, sus ojos me siguen—. Cuando la tenga, llamaré a Nadim y le daré tu número de contacto.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora