CAPITULO 54

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Pesos y contrapesos

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Pesos y contrapesos.

Un par de minutos antes.

Marcello.

Las balas vuelan al salir de los cañones de los presentes. Son pocos los que quedan, nuestros hombres han salido a parar la probable aglomeración que quiere entrar y que con tan solo imaginarla me calienta la sangre porque no debieron ingresar. La idea era que no entraran a la propiedad.

Le disparo en la frente al último de los hombres que me ataca, dejando un salón vacío, lleno de cadáveres y en el que Ibrahim Musleh intenta salir por la puerta, ensangrentado y cojeando.

Tengo un corte en el brazo, parece profundo, pero lo ignoro al tomar a Musleh por la camisa y tirarlo en el suelo, golpeando su rostro una y otra vez como sin encontrar la forma de saciarme. Lo quiero muerto, ya se volvió un estorbo y no durará mucho en mis manos.

—¿Crees que vine solo, hijo de puta? —La sangre brota de su boca con cada golpe, pero no se calla y yo bloqueo sus palabras, empeñado en cobrarme algo, aunque sea un diez por ciento de lo que tengo dentro y no me deja en paz—. Mátame y ni así vas a vivir tranquilo. Se te viene el mundo encima, Marcello.

—Pero no estarás para verlo.

Lo tomo de las solapas de la camisa, estampando su cabeza contra el piso con fuerza, abriéndosela. Su pulso disminuye y no me importa si se muere, solo sé que pierde el conocimiento y yo me levanto, buscando algo más que muertos en el salón. Se nos viene un problema muy grande con esto que pasó con los invitados que si bien no veo a nadie de ellos muertos, lo pensarán dos veces antes de volver a aceptar una reunión con nosotros.

—Marcello. —Maxim levanta las manos en alto cuando lo apunto, no escucho ruido de balas ni nada similar—. ¿Lo mataste, cabrón?

—Ojalá —digo viendo a Ibrahim en el suelo, respirando—. ¿Dónde están todos?

—La gente de Qiang y Dimitri está en las afueras, los hombres de Ibrahim se retiraron, pero los de alguien más quedaron. Se están matando, ellos, los de Martín Altamirano y los del tal Alekséi.

—Ese maldito estaba aquí, ¿no es así? Ese maldito está aliado con Nox porque de otra manera no pudieron haber entrado.

—No está aliado con Nox —escucho la voz desde la puerta que, de un tiro, deja a Maxim en el suelo, con el brazo sangrando y la imposibilidad de sacar su arma cuando uno más lo apunta—. Fue una velada agradable, Venturi.

—Eres un hijo de perra traicionero —escupo molesto en dirección a Benjamín, el cual solo sonríe—. ¿Qué te dieron a cambio de jodernos?

—Nada, solo conseguí venganza, Marcello. La venganza que durante tantos años he planeado.

—Mi familia no te ha hecho nada.

—Tu padre y el de tu mujer, mataron al mío junto al padre de Qiang —revela con odio, sus ojos parpadeando furiosos en mi dirección—. Condenaron a mi madre a huir, a esconderse conmigo viviendo en la puta miseria cuando yo nací para gobernar el puto imperio que ustedes le arrebataron a mi familia.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora