CAPITULO 38

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Expiración

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Expiración.

Anastasia.

Hay lugares donde nunca debí entrar, pero entré de todas formas.

Este es uno de ellos.

Hay personas a las que nunca debí matar, pero las maté.

Este no será el caso.

Y hay venganzas que me tardé en cobrar, pero que las cobré al final.

Esta es una de ellas.

Escucho el agua caer y dejo que siga así. Son varios minutos los que me tomo, reclinada en una cama que no es la mía, viendo las pulcras paredes blancas que no tienen ni una sola mancha, pero que terminarán marcadas con el carmesí de la sangre si algo no sale según lo planeado y además, permanezco escuchando una melodía casi desgarradora proveniente de los altavoces de la casa.

La música cesa antes de que la puerta del baño se abra, la escucho. Oigo sus pasos y luego, los sollozos, el llanto cargado de dolor de una mujer que fue expuesta públicamente gracias a los deslices de su esposo saltando de cama en cama.

Han pasado dos días desde que la noticia salió.

La he visto llorar a través de las cámaras, me he percatado de que no sale, pero aún así, no siento ni un poco de lastima por la madre de una mujer a la que odio con todas mis entrañas.

Salgo sin hacer ruido conociéndome su rutina. La he vigilado en cada paso por sus viajes, también en sus llegadas a Santiago. He vivido su vida a través de simples imágenes que hoy me trajeron a su majestuoso pent-house lleno de lujos y sentimientos vacíos.

Está sola.

Al igual que siempre lo está.

Su hija duerme en la cama de un amante ausente y su esposo sigue visitando mujeres en los supuestos viajes de negocios.

Roger permanece sentado en el sofá de la sala cuando salgo, pero no levanta ni un poco la mirada como sí lo hace el hombre a su lado. Preso del miedo, del desespero y la incertidumbre, Adriano intenta buscar una alternativa para alejarse, sabiendo que, aunque no se lo diga, está por cerrar los ojos por una buena temporada.

—Ya hice lo que me pediste —susurra fingiendo valentía con esa mirada azulada que transmite temor—. Cerré el sistema, nadie sabe que estás aquí.

—Gracias. —Incluso le sonrío. Y él sabe que algo va mal porque yo jamás agradezco a las personas por cumplir mis órdenes—. ¿Todo listo, Roger?

Es la primera vez que me mira entonces, con burla reflejada en sus ojos. Le causa gracia ver como el rubio a su lado nunca estuvo realmente preparado para formar parte de nosotros, que usó su inteligencia para ponerse una cruz en la frente y que nunca conseguirá el perdón de nadie.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora