CAPITULO 18

93.6K 8.7K 9.4K
                                    

Sucio secreto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sucio secreto.

Marcello.

Un rostro tan sereno y ausente de emociones es el que me recibe al girar mi rostro en dirección a mi esposa dormida, quien luego de posar sus labios sobre los míos, esquivó mi mirada para mirar hacia el frente en vez de darme la cara.

No hay rastro de la mujer apasionada que estuvo entre mis brazos en el yate, o de la enojada que me devolvió la mirada al regresar luego de tantos meses recuperándome. Me le quedo viendo por lo que parece una eternidad, y solo pienso en las diferentes maneras en las que me gritaría al despertar en la mañana y encontrarse aquí, con su cabeza reposando sobre mi hombro.

Ella no estaría nada feliz.

Con cuidado, busco la forma de levantarme del sillón sin molestarla, solo para segundos después, acomodarla entre mis brazos para llevarla a su habitación. Sin embargo, me detengo entre las dos puertas antes de llegar a la suya, luchando contra el intenso latido de mi corazón a medida que pienso en ella en medio de mi cama con el rostro tan sereno como ahora.

Luego de un debate en mi cabeza que no debería tener cabida, la dejo sobre su cama en vez de provocar una pelea en la mañana. La conozco, y el darle señales solo generaría que estuviese un paso por delante de mí.

Anastasia no es como Nicoletta que acepta lo que digo o hago sin replicar, tal vez mi esposa no ponga quejas con lo que hago, pero sé que siempre mantiene la guardia arriba, mucho más cuando se trata de mí, y es justo eso lo que necesito.

Orazio me llama casi en la madrugada, pero debido a la mala señal, no consigo responderle sin que se termine cortando. El sueño no llega a mí, estoy más al pendiente de una posible pesadilla en la mente de mi mujer que en el cansancio que debería tener producto del día tan largo que tuve.

En vez de irme a mi cuarto para descansar antes de la reunión con Morales en unas horas, enciendo mi computadora. Compruebo las fotos que descargué ayer en casa de Andrés, revisando los planos de la casa que mandé a construir para Vittoria en Italia. Según su doctor, todo va bien con su embarazo, pero necesito tener la certeza de que ella estará lejos de todo lo que viene o que por lo menos podré tener un ojo en ella y en ese bebé.

Con cuatro meses de embarazo, es cuestión de un par de meses más para que la vean como un blanco fácil, mucho más con las idas y venidas que ha tenido con el puesto que tiene en la CAOV.

—Orazio, necesito el reporte de los guardaespaldas de Vittoria —pido a mi mano derecha cuando consigo conectar la llamada.

—Las cosas están tensas, el señor Sartori casi descubre que los muchachos me están rindiendo informes a mí.

—Eso a mí no me importa —espeto en un susurro, temiendo que Anastasia se despierte y me escuche—. Yo pago por la seguridad de mi hermana, no por tener contento a su marido.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora