CAPITULO 55

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Exhibición

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Exhibición.

Anastasia.

Marcello sigue fuera de la ciudad, eso dijo Orazio luego de traerme a la mansión donde me tomo el tiempo antes de llegar a las bodegas, viendo que Ibrahim sigue hecho mierda luego de las transfusiones a las que lo sometí luego de la golpiza que le dio Marcello hace unos días.

—¿Por qué no lo matas y ya?

—Lo haré, es un estorbo. Está más vivo que muerto con las golpizas que le ha dado Marcello y el veneno que le he inyectado —le confieso a Natalia—. Pero quiero hablar con Marcello antes. ¿Qué dijo Roger del veneno?

—Saliendo de su sistema, pero lento. —Asiento, suspirando—. ¿Has dormido algo?

—No mucho, quiero mandar a buscar a Aleska y los niños porque no los quiero lejos de mí. Stella insiste en no volver a casa y no quiero que se vaya tampoco. —Natalia hace una mueca—. Iré a ver a padre.

—¿Cuándo le quitarán los sedantes?

—Cuando baje la inflamación en el cerebro —contesto lo que el médico me comentó ayer—. Lo sacaré del país.

—¿Estás segura?

—No está seguro aquí, está indefenso y lo quiero lejos para saber que no pueden llegar a él. Tal vez Londres sea una buena opción. —Puedo pedir un par de favores a Dimitri—. Averigua lo que puedas, por favor.

Natalia se marcha, pero no tarda en llamarme solo para decirme que Nox cumplió su maldita promesa y ahora ataca mis clubes en las otras ciudades ya que su gente no puede entrar a Barcelona sin morir en el proceso.

No paso a las bodegas como lo planeé al llegar, sino que ignorando la camioneta destartalada en la entrada, subo las escaleras en dirección a la habitación de padre donde los gritos en la entrada me absorben por un segundo, dándome el ataque que me lleva a correr a la planta de arriba donde tres guardias luchan para impedirle el paso a una rubia al fondo del pasillo.

—Usted no tiene autorización para estar aquí —la reprende Mariana, la enfermera de padre—. Y si no sale, tendré que pedirle a los señores que la saquen.

—O me dejan entrar...

—¿O qué? —Como si la hubiera pedido, la atención se concentra en mí haciendo que mis pasos hacia ellos se adelanten—. ¿Quién te crees que eres para venir a mi casa a formar escándalos?

—Yo... —vacila, recelosa. Tiene los ojos hinchados como si hubiese estado llorando durante un buen tiempo, la mirada caída y preocupada, y a mi no me interesa ni una mierda—. Tú debes ser Anastasia.

—Me temo que estoy en desventaja porque no me suenas de nada, querida —comento dando un último paso que me deja a escasos centímetros suyo. Es hermosa, delgada y parece bastante inofensiva a pesar de que bien podría darme un buen golpe en la cara al estar a mi altura incluso sin tacones—. ¿Te llamas?

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora