CAPITULO 9

82.3K 8.9K 12.6K
                                    

Jerarquía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jerarquía.

Anastasia.

«Tu esposa».

Las palabras las pienso, se repiten en mi cabeza una y otra vez, pero la parte sensata de mí, me hace mantener la boca cerrada en tanto mi respiración intenta calmarse.

El sentir su brazo rodeando mi cintura no me ayuda, me provoca ganas de salir corriendo porque de alguna manera, el toque se siente incorrecto, no se siente como el brazo de mi esposo sino de un completo extraño que no hace más que mirarme con esa frialdad grabada en sus orbes marrones.

Callar nunca me enojó y dolió tanto antes.

—Soy la Doña —espeto buscando la calma que no me llega en ningún momento—. Y estás en mi jodido territorio.

—La Doña —repite con burla—. Dime algo, Anastasia.

Su brazo se aferra a mi cintura con fuerza. Me cuesta sostenerle la mirada, la cual no se aparta de mis ojos. Mi mirada vacila y por un leve segundo recae sobre sus labios, la barba que enmarca su rostro envía una sacudida a mi cabeza.

Esto va a ser muy difícil para mí.

—¿La Doña tiene algo más que decirme? —Entrecierro mis ojos en su dirección—. ¿O quieres volver a pegarme?

—Ganas no me hacen falta.

A ver si así reaccionas, maldito idiota.

—Ahora suéltame.

—No decías lo mismo en el último recuerdo que tengo de nosotros juntos. —Me tenso, pasando saliva—. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas como te arqueabas contra mí?

Por primera vez, mira algo más que mi rostro. Sus ojos se pasean cuesta abajo hasta llegar a mi escote.

—¿Recuerdas como me viste la cara de estúpido? —brama, furioso.

Su agarre consigue ser más fuerte y me encuentro buscando sus manos a tientas cuando siento la presión que ejerce. Mi respiración se torna pesada, ¿qué está haciendo?

—Te estoy diciendo que me sueltes.

Me aferro a su brazo, rodeándolo con fuerza, dispuesta a clavar mis uñas de ser necesario. No quiero que me toque.

Es él quien da un paso atrás cuando estoy a punto de comenzar a hiperventilar. Miro a otro lado cuando siento la opresión en mi pecho. Dándole la espalda comienzo a respirar por la boca.

Es él y al mismo tiempo no.

Marcello era el único hombre a quien soportaba tener tan cerca y ahora...mis pies buscan la forma de llegar a la puerta, pegándome a ella por si necesito salir de aquí rápido.

—Nos casaremos en dos semanas —digo confiada—. El trato se mantiene.

—Eres sensata.

—Pero no te quiero cerca de mi gente —espeto, levantando el mentón. La mirada en los ojos de Vittoria que vi hace unos segundos me tiene lanzando palabras a la deriva—. Y tenemos que hablar sobre lo que haremos a partir de aquí.

DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora