Agonía.
Marcello.
La impaciencia me gana por primera vez en años, no consigo mantenerme en calma y maldigo a todos los autos que se me atraviesan de camino a la casa de Anastasia. Escucho los informes que me dan, pero solo aumenta mi rabia al saber que mi hija está en peligro por unos malditos hijos de puta que nos traicionaron.
—Tenían gente dentro, primero atacaron a los centinelas que rodeaban la casa —me informa Orazio, controlando su rabia—. Nadie se lo esperaba porque les dieron las rutas exactas para atacar el sistema de seguridad. La casa está rodeada por los hombres de Ilias Kozlov. —Aprieto los dientes ante la mención de ese hijo de puta que no quiero cerca de Aleska—. Él está dentro, pero hay explosivos por todos lados. Si decidimos entrar a la fuerza, no le importará explotarlo todo con la señorita Aleska dentro.
—Ese maldito hijo de perra vino para que lo mate. —Golpeo el volante con fuerza, dando un giro rápido que evita que me estrelle contra la línea de autos rodeando la casa por delante de la reja, vacíos, pero con bombas pegadas en los parabrisas que seguramente podrían volar este lugar en pedazos—. Orazio, ¿qué coño...?
—Las cosas están peores de lo que nos dijeron.
Retrocedo, manteniendo una distancia prudente entre los autos y nosotros, pero pensando en la forma de entrar. Es un conjunto privado, todo le pertenece a Anastasia, así que los muertos siguen ahí, las personas que podrían alertar a la policía están a varios kilómetros y no hay nada que le impida a Ilias cargarnos a todos de un estallido.
—No sabemos cuantos de los nuestros murieron, debieron ser todos si las camionetas vinieron llenas de gente. —Aleska está bien, ella tiene que estarlo—. Los que han intentado ingresar fueron dados de baja. No tenemos oportunidad de entrar por el frente sin que nos maten.
—¿Intentaron por detrás? Hay una salida de emergencia que solo se abre con un código de acceso, necesitamos entrar.
—Tal vez nos estén esperando. —Sacudo la cabeza, tomando una decisión al bajarme del auto, cargando mi arma en el proceso—. Señor, no podemos entrar así de la nada.
—No es tu hija la que está dentro, Orazio. Es la mía. Y así me haga pedazos una de esas bombas, iré por ella.
—Piense en la señorita Aleska. —En ella estoy pensando. Debe estar asustada, y en medio del desespero y la rabia, yo también lo estoy. Temo lo que pueda pasarle—. Si hacemos algo que enoje a ese hijo de puta, podría atacarla.
Golpeo el auto con mi puño cerrado porque sé que tiene razón, porque cualquier cosa que hagamos podría ponerle una cruz en la frente a Aleska y a cualquiera de los que está ahí dentro.
—La reja está cerrada. La única manera de entrar es saltándola. Los muchachos lo intentaron y los alertaron antes de llegar a la puerta principal.
ESTÁS LEYENDO
DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓
RomanceLIBRO II [T-E-R-M-I-N-A-D-A] Crueldad y piedad. En la mafia no se perdona ni se olvida. Perverso. Manipulador. Sanguinario. Vil. Marcello Venturi ha regresado y esta vez mucho más peligroso que antes. El juego de poderes no ha terminado. De hec...