Entre sueños y pesadillas.
Anastasia.
El largo cabello de Cecilia es lo primero que me topo al bajar del auto temprano en la mañana del jueves. La noche en el hotel me despejó un poco la mente a pesar de la pesadilla que me despertó en la madrugada y que me tuvo bajando al gimnasio a las cuatro para relajarme un poco.
—Y yo que pensé que tendría que ir por ti —habla al acercarse. No soy de abrazar mucho a las personas, pero la efusividad de Cecilia me tiene aceptando sus brazos al rodearme en tanto hago lo mismo—. ¿Cómo estás, Anastasia?
Mi sonrisa decae en tanto la suya aparece.
—No te preocupes, ya Andrés me comentó que tu nombre no es Carissa —me calma un poco—. Debo decir que me gusta más este.
—Bueno, es mi nombre después de todo.
Sonrío al igual que ella, permitiendo que me hable de su vida estos meses a medida que avanzamos por la entrada de la casa hasta el jardín interno que comienza a organizar al tomar un par de guantes.
—A ver ese anillo —pide ocultando la emoción que le brilla en los ojos. Incluso pareciera que fuese ella la que lo porta y no yo. Le tiendo mi mano, mostrándole el anillo que yo no he querido ni mirar—. Se lo dije a Andrés.
—Fue algo complicado.
Aún lo es. Tomo mi mano de vuelta luego de ver la expresión en sus ojos.
—Ya lo imagino. Ustedes dos parecían odiarse y al mismo tiempo quererse arrancar la ropa cada que se miraban —se burla, dándole instrucciones a varias mujeres que pasan sobre el desayuno—. ¿Ya desayunaste?
—No, planeaba invitar a Andrés para hablar un rato de negocios.
—Si quieres ve al estudio. Allí está él —me indica—. Yo voy a la cocina, hago el desayuno con las muchachas y se los llevo en un rato.
—¿De verdad?
—Claro —toma una manguera, echándole agua a algunas plantas mientras habla—. ¿Algo en especial?
—No, Cecilia.
Ella le pide a una de las empleadas que pasa que me lleve hasta el estudio de Andrés, el cual está despotricando enojado en el teléfono y apenas me hace un movimiento con su mano para que entre y me siente, sin importarle ni un poco que estoy escuchando una conversación que parece importante.
—Deja de hablar tanta mondá —frunzo el ceño ante la palabra. Ya es la segunda vez que se la escucho y no tengo idea de lo que significa—. Hoy voy a hablar de ese negocio y necesito esos balances.
Saco mi teléfono, sonriendo al desbloquearlo y caer en la bandeja de mensajes de Dasha. La foto de mi hija levantando al señor koala me recibe al momento de abrir el chat. Tiene el cabello despeinado, la pijama que dice jueves y por la hora que calculo, ella no fue a clases hoy.
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DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓
RomanceLIBRO II [T-E-R-M-I-N-A-D-A] Crueldad y piedad. En la mafia no se perdona ni se olvida. Perverso. Manipulador. Sanguinario. Vil. Marcello Venturi ha regresado y esta vez mucho más peligroso que antes. El juego de poderes no ha terminado. De hec...