Encierro.
Un día antes.
Anastasia.
La mirada de Natalia recorre el movimiento que hace mi mano rumbo a la guantera del auto. Su arma está fielmente preparada al igual que la mía que no tardo en sacar de la guantera mientras espero el mensaje avisándome que es el momento de ingresar a la bodega rodeada de autos vacíos a un par de metros.
—Adriano dice que hay una salida en la parte trasera de la bodega que no aparece en los planos —avisa Antonella con voz baja en la parte trasera del auto. Natalia la mira, pero yo mantengo los ojos al frente donde no hay más que silencio y oscuridad—. ¿Qué quieres que hagamos, Anastasia?
—Tú y Débora cubren la parte trasera —instruyo asegurándome de que las llaves están pegadas al contacto. Las necesito allí si tenemos que salir huyendo de aquí—. Natalia y yo entramos por la parte frontal.
—¿Él sabe que estás aquí?
La voz de Natalia expresa burla, pero al mismo tiempo, cautela.
—No. —Contengo un suspiro—. Pero le estoy cubriendo la espalda.
—Sin que te lo pidieran —recrimina la mujer junto a mí—. Solo veo una forma en que esto puede terminar considerando el temperamento de ese hombre.
No me detengo a pensar mucho en las consecuencias de lo que estoy por hacer. A veces, solo es necesario arriesgarse de vez en cuando sin pensar en ellas, y yo necesito mantener alianzas, demostrar que no me importa el pasado y que puedo hacerle frente a todo. Así lo he hecho durante años y esta vez no será la excepción.
Entra.
Ya inició la reunión.
Leyendo el mensaje tan simple que me envía el hombre por el que en parte estoy aquí, les hago una señal a Débora y Antonella para que bajen del auto, cumpliendo con su papel. Natalia inclina su rostro, detallando los movimientos de ambas por el espejo de su lado. Se muerde el labio inferior, pensativa, a medida que las mujeres se apartan.
Respiro con calma cuando no escucho más que el aire entrando por el espacio tan reducido de la ventanilla levantada hasta casi la cima.
—Entremos —indico—. Y que comience esto.
Descendiendo del auto, me guardo los documentos que traje en la parte interna de mi chaqueta. No me importa que se arruguen, solo van a servirme para demostrarle un punto al orangután allí dentro que en este punto quiere arrancarme la cabeza luego de nuestra última conversación.
Extrañamente, no hay personas alrededor custodiando la entrada, solo diviso a dos hombres junto a la puerta que parecen estar más concentrados en la conversación entre ellos que en algo más. Ni siquiera se percatan de la mujer que, cruzando con cuidado las columnas, los aborda por detrás, antes de que yo salga.
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DOLOROSA VINDICTA [+21] ✓
RomanceLIBRO II [T-E-R-M-I-N-A-D-A] Crueldad y piedad. En la mafia no se perdona ni se olvida. Perverso. Manipulador. Sanguinario. Vil. Marcello Venturi ha regresado y esta vez mucho más peligroso que antes. El juego de poderes no ha terminado. De hec...