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- Jake, ¿te gusta Sunghoon?

El susodicho abrió los ojos sorprendido de que su madre preguntase aquello. Si, le gustaba. Pero todavía no estaba lo suficientemente seguro como para decirlo en voz alta. Y menos a su madre.

El cuerpo del segundo sujeto de la frase se tensó por completo. Sunghoon había bajado por las escaleras segundos antes de que la conversación entre madre e hijo diese comienzo, quedándose escuchando a ambos por pura curiosidad. Más aguzó el oído cuando se percató de que el tema de la conversación era él.

En cierta manera no le parecía correcto que Jake contase detalles de su vida privada, pero entendía que no todo el mundo tenía esa clase de confianza con su madre como para buscar consejo en ella. A su madre le importaría más bien poco lo que sea que le sucediese a su único amigo. Pero la señora Shim era muy distinta a Park Misuk, ella estaba ahí para su hijo. 

Aún que sintió pena por lo lamentable que sonaba su vida en boca de otros y estuviese apunto de volver a subir a encerrarse en el cuarto del australiano, se detuvo a media escalera cuando escuchó la pregunta de la señora Shim. Y, fue egoísta. Porque deseó con todas sus ganas que Jake dijese que sí. No tenía claro sus sentimientos porque nunca antes había experimentado algo igual, pero aquel bienestar que sentía cuando estaba cerca de Jake no podría ser otra cosa. Lo sabía. Por otro lado, quería que el propio Jake le diese nombre a la incomodidad que surgía cuando se le acercaba. Esperaba que dijese lo que dijese, no dijese que lo odiaba.

- Yo... -comenzó a hablar Jake notando como sus mejillas se volvían rojas. Tanto su madre como Sunghoon esperaban una respuesta que no llegó a ellos porque la puerta principal de la casa se abrió interrumpiendo a Jake, quién mientras su madre saludaba a los mellizos recién llegados, suspiró de alivio de haberse salvado de aquella encerrona por parte de su progenitora. Él estaba aliviado, pero el chico que apretaba los labios en la escalera definitivamente no lo estaba.

- ¡Mami! ¡Mami! ¡A Ni-ki le ha gustado mucho nuestro regalo!- entró Christopher en la cocina dando saltos alrededor de su madre que le quitaba el abrigo a Miranda.

- Me alegro mucho, cariño. Estará muy agradecido con vosotros.

- Sii, dijo que para nuestro cumpleaños nos regalará un gran oso de peluche. - hizo un gran circulo con los brazos para representar el tamaño del animal que estaba ilusionado de recibir.

- Nos lo tendremos que turnar para dormir con él,- se unió su melliza a él. - pero no pasa nada. Somos muy generosos. - sonrió orgullosa.

- ¿Y porque no dormís los dos juntos y así el osito podrá dormir con los dos a la vez?- propuso su hermano desde la mesa.

- ¿Cómo Sunghoon y tú, Oppa?

- ¿Q-que dices, Miranda?- tartamudeó al pillarlo con las manos en la masa. Su madre lo miró con una ceja levantada. - Sunghoon y yo nunca hemos dormido juntos en esta casa.

- ¿Así, hijo? -inquirió. - ¿Estás seguro?

- ¿Entonces que hace aquí Sunghoon?- preguntó de la nada Christopher que había viajado hasta la escalera descubriendo al escurridizo Sunghoon que bajaba esta con su bolsa de deporte al hombro. - Hola, hyung.

- Hola, pequeñajo. - acarició su cabeza cuando estuvo a su altura. Sunghoon miró a Jake que evitaba mirarle porque aún estaba rojo como un tomate y se negaba a que Sunghoon lo descubriese, pero eso hizo que el coreano se entristeciera más. - Gracias por cocinar para mí y dejar que me quedase hoy, señora Shim. - hizo una reverencia para la madre de los tres niños presentes.

- No tienes que agradecer nada, cielo. Las puertas de esta casa siempre estarán abiertas para ti.

- ¿Te vas ya, hyung?- preguntó Christopher triste. - Pensaba que habías venido a jugar con nosotros.

𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 ➢ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora