【27】

489 71 41
                                    

No le apetecía ir a casa. Definitivamente a Lee Heeseung no le apetecía ir a casa. De niño, gastaba la última clase del día pensando en mil y un excusas que darle a su padre cuando este lo viese llegar por la puerta y utilizara cualquier argumento para estampar su mano en la pobre mejilla del pequeño Heeseung de doce años. 

Cuando eso ocurría, que era la gran mayoría de las veces, solía refugiarse en la biblioteca del instituto. Mentía diciendo que debía quedarse porqué tenía que estudiar mucho. Puede que Jake fuese testigo de las clases a las que su amigo no prestaba la requerida atención por estar leyendo una de sus novelas, pero desde luego que Heeseung no era ningún tontaina. No le hacía falta estudiar tanto como decía que necesitaba. Aún así, si su amigo no quería contarle la verdadera razón de su negativa a ir a casa cada día con él, pero no lo agobiaría. Aún con doce años Jake Shim supo porqué Heeseung aparecía por las tardes en su casa con la cara magullada y el corazón encogido. 

Pero lo que al inocente Jake si le costó entender era esa extraña mirada que tenía Heeseung para aquel chico con el que a veces se cruzaban por los pasillos. Choi Seon, así se llamaba. Era un chico alto de ojos pequeños pero desafiantes cuando a veces tonteaba de más con sus amigos.  Además, era fácil encontrarlo, siempre estaba en la biblioteca. Al igual que Heeseung, lo que era casualidad pero para este último más bien un milagro. 

Uno de esos días en los que Jake se despidió de Heeseung para ir a recoger a sus hermanos del colegio, este enseguida fue corriendo a ocupar su habitual sitio en la biblioteca. Sabiendo que Seon se sentaría en la mesa más próxima a él. No es que fuera un acosador, pero aquel chico hacía que quisiese estar siempre cerca. Sobre todo aquel día, en el que se había armado de valor para declararse. No sabía como acabaría. Si Seon lo rechazaría con asco o si huiría espantado. Lo que no consideró es que este le correspondiera. Incluso que sonriera cuando lo vio ponerse un poco de puntillas para dejar un tímido beso en sus labios.

Las tardes de después fueron todas una completa fantasía para Heeseung. Ya no hacía falta correr a la biblioteca para buscar el mejor sitio para observar a Seon durante el tiempo que este estudiaba, si no que ya lo esperaba. Junto a un libro que ambos leían cogidos de la mano, haciendo que todos los males de Heeseung desaparecieran. Entre aquellas estanterías, libros por descubrir y los brazos protectores de Seon, se sentía feliz. Se sentía protegido. Se sentía en casa. 

Pero esa casa parecía estar en ruinas, no paraba de derrumbarse. Al Lee Heeseung de dieciocho años definitivamente no le apetecía ir a casa. Pero la biblioteca ya no parecía el mejor refugio. Por otro lado, si ibas a romper con Choi Seon era el sitio idóneo para ir. Que era su objetivo de aquella mañana. 

Armándose de la misma cantidad de valor que le hizo falta cinco años antes para entrar en esa biblioteca que lo conocía también, buscar a Seon y plantarse delante suya; se preparó para hablar. Solo que la frase que sus labios pronunciaron y que hicieron que Seon soltase el bolígrafo con un sonido sordo fueron totalmente diferentes a las que dijo con trece años. 

- Rompamos. 

No le dejó tiempo para que lo pensase ni para que dialogase otra solución, ya le había dejado suficiente tiempo. Incluso, ese tiempo se lo había permitido así mismo. Dándose tiempo para reflexionar, pero ya no podía aguantar más.

Seon tuvo qué seguir a Heeseung fuera de la biblioteca debido a qué este salió de allí después de soltar aquella bomba y porqué si se ponían a discutir en un lugar tan silencioso como aquél acabarían por echarlos a patadas.

- ¿Porqué dices eso de repente, Heeseung? - fue lo primero qué preguntó desconcertado cuando ambos estuvieron solos en el pasillo. La acuosa mirada de Heeseung lo hizo temerse lo peor.

𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 ➢ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora