- Jake, no te has mordido nunca las jodidas uñas. Así que déjalo ya, por favor.
Los médicos dijeron que Sunghoon solo necesitaba reposo y dada su condición de atleta controlar que no hubiese habido más lesiones, lo que era poco probable. Pero llevaba ya casi cinco días en el hospital junto a su madre y Jake lo estaba llevando lo que se dice un poco regular. Su suegra aun peor. Era posible que su hijo se quedase allí un mes más gracias a lo hipocondríaca que había resultado ser la señora Park, aunque los médicos le habían repetido una y otra vez que no era para tanto.
Poco mensaje podía mandar Sunghoon con el brazo casi inmovilizado y las videollamadas resultaban ser limitadas a los ratos en los que su suegra abandonaba la habitación privada a la que esta llevó a Sunghoon en cuanto tuvo oportunidad, así que casi habían hablado desde que se vieron por última vez el día del accidente. Sus visitas se reducían a cuando la madre de Sunghoon les dejaba solos a conciencia con una mirada incómoda, pero a Jake le sabía siempre a nada. Esperaba no ser de esos novios que necesitaban ver a su pareja cada condenado día para estar tranquilo, pero de verdad que estaba preocupado. Y jodidamente intranquilo. Sunghoon parecía sereno cuando hablaban incluso teniendo a su madre allí, porque había evitado preguntarle directamente sabiendo que la susodicha pululaba a su alrededor, pero Jake sabía que había algo. Algo que no quería decirle aún. Por su parte él también, así que si Sunghoon le mentía tampoco se molestaría tanto.
Había prometido a los chicos que lo estaba llevando bien, pero estaba claro que qué la cada vez más escasa cantidad de uñas en sus dedos revelaba que mentía como un bellaco.
- L-lo siento. - escondió la mano bajo la mesa. Heeseung delante suya no se quedó muy convencido y K chasqueó la lengua volviendo a su libro.
Quedaban dos semanas para sus exámenes finales del instituto y la biblioteca se había convertido en su segunda casa. Mencionar que los distanciaba del Torneo Primavera poco más de ese escaso tiempo era lo en lo añadía un estrés innecesario a Jake y probablemente a Sunghoon incluso en el hospital, así que intentaba no pensar en algo más que no fuesen los exámenes que los ocupaban en ese momento.
Con sus cojines arqueando sus espaldas y snacks favoritos sobre la mesa, el grupo se apropió de una de las salitas de estudio y poco salieron de allí en esos días en los que iban y volvían sin poder remediarlo. Lo peor, es que con cada hoja de apuntes que llenaban y empezaban otra, sabían que volverían al día siguiente. Porque los finales eran solo los preliminares de la verdadera guerra. La selectividad.
- No puedo más. - suspiró Jungwon soltando el bolígrafo llegada la media tarde. La cabeza le dolía como si le fuese a explotar de lo mucho que la estaba esforzando en esa sesión de estudio. Heeseung se le unió al suspiro, pero aliviado de que alguien se diese por vencido antes que él.
- Si Jungwon se estresa significa que hemos estudiado suficiente, señores.
- A penas hemos llegado a la mitad de los ejercicios que hemos impreso antes. - al contrario que ellos, K no dejó de escribir. Casi ni se inmutó.
- Pero llevamos ya una hora con eso. Descansa un poco, K. - le pidió sinceramente. - No querrás llegar agobiado y cansado a la academia.
- Prefiero acabar esto antes. - lo ignoró sin mal alguno. Heeseung entendió que no debía insistir. Se le hacía un poco difícil, pero las cosas estaban cambiando para todos. Y todos se estaban adaptando a ese cambio.
Heeseung vivía el volver con Seon como una segunda oportunidad para hacer todo de una manera diferente, para hacerlo más consciente. Hacerlo bien al fin y al cabo. Para empezar, no se lo habían dicho aún a los padres de Seon. No querían pensar aún en eso, pero se iban todas las noches a dormir deseando hacerlo. Porque por supuesto que querían que lo supiesen. Pero no dejarían que los separasen otra vez, porque estaban más unidos que nunca.
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𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 ➢ jakehoon
Fanfiction『 𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 』 Jake ayuda todos los días a sus padres con el negocio, la única pista de hielo del pequeño pueblo costero donde vive. Lo gracioso es que él ni si quiera sabe patinar. Una noche, mientras limpia los pasillos oy...