【60】

97 17 10
                                    

El ambiente había decaído entre ellos desde que habían dejado el restaurante. Salir del pequeño momento idílico junto a sus amigos y sus manos entrelazadas fue un durísimo golpe bajo que Sunghoon no pensó que llegaría tan rápido, amargándole la tarde. Eso y lo que K le dijo antes de marcharse, claro.

¿Incluso sin quererlo Wooseok iba a regresar para fastidiarle? Había podido decir que lo que lo dejaba intranquilo últimamente al irse a dormir no era ese chico, parece ser que no por mucho tiempo. Tampoco estaba seguro de cómo encajar la inesperada imagen que ahora tenía de Kim Wooseok en la cabeza gracias a lo que vio K. ¿Wooseok cómo alguien débil y con preocupaciones? ¿Se creía en el derecho de intentar hacerle creer que era humano? Algo más que unas lágrimas y relacionarse con una de sus amigas tendría que hacer para convencerle. Se encontraba más confundido que otra cosa, pues no sabía de qué manera sentirse con esa información. Todo lo que creía hasta ahora parecía pedirle a gritos que se parase a pensarlo bien, a pensar en qué quizás estaba equivocado. Equivocado porque ahora se cuestionaba si toda la desgracia que había vivido en Seúl era como recordaba. Si todo era como él lo había sentido.

¿Wooseok lo había vivido igual que él? Wooseok había sido un monstruo hasta la fecha. Todo lo que le había hecho desde niños y cómo había sido tan insensible de arrastrar a personas que no tenían nada que ver con ellos. ¿Por qué diablos debía sentirse ahora mal por él? ¿Porqué? Él era la puñetera víctima. No Wooseok. No debía sentir ninguna compasión por él y ahí estaba, de camino a su piso, sin poder pensar en otra cosa.

Ni siquiera en su novio quién a su lado estaba casi igual de, mentalmente, lejos que él. Por una cuestión totalmente distinta en su caso. Jake tenía sus propias cosas para preocuparse.

Había estado dándole vueltas a una cuestión en los últimos días a raíz de ese íntimo beso entre las estanterías. Ese que con tanta facilidad había hecho que se dejara atrapar por Sunghoon y sus labios, aunque fuese para consolarle y sin ir más allá del cariño y dulzura que el momento requería.

En su primer beso, siendo las heladas circunstancias que fueron, sintió ese cosquilleo por todo el cuerpo pero que en un primer momento pensó que era el cansancio. Habiendo pasado varios meses en los que las ocasiones de quedarse a solas con Sunghoon se volvían brotes de inquietud, no sabía a qué atribuirlo. No era tan inocente cómo para no entender a su cuerpo. Para no saber lo que quería. Más no quería aceptarlo, no esperaba que él fuese el tipo de persona que con rozar sus manos surgiese la electricidad. No esperaba ser así porque no quería parecer de otra manera frente a Sunghoon. No se conocía aún así mismo de esa manera y le daba vergüenza demostrar que se sentía así. No quería pensar así.

Cada beso se volvía una tortura cuando se alargaba de más. Apenas que las uñas de Sunghoon se mezclaban con su pelo como de costumbre y este le pedía abrir un poco la boca, todo su cuerpo entraba en un calor excitante. Tan excitante como mutante. Nunca parecía ser el momento de continuar eso de lo que no conocía el siguiente paso. Sunghoon lo cerraba con una tranquilidad inquietante y él, aunque rechazase como nadie el contacto físico, solo deseaba que nunca se separasen. ¿Pero cómo diablos iba a siquiera sugerírselo?

Como guinda del pastel amargo que estaba horneando él solo estaba el horrible factor de su marcha. Sunghoon se iba y a cada segundo que pasaba era más que una realidad, una que no le gustaba. No se caracterizaba por ser pesimista, sino realista. Así que cada vez que compartían sonrisas y todo parecía ir bien, en su mente ya lo veía lejos de él. Nadie podía asegurar que pasaría al volver a Seúl, en el Torneo o después; no obstante, Sunghoon se iba al día siguiente. Y no sabría cuando volvería. Era lo único claro y lo que retumbaba en su conciencia cada día sin querer. Había querido y aprovechado poco a su novio. Sentía una culpabilidad titánica de haberle hecho creer que no valoraba ese cuidado y cariño físico que ahora tanto iba a anhelar. Estaba completamente abrumado por toda la necesidad contenida en su pecho. No tenía claro qué hacer. Pero sí lo qué quería hacer.

𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 ➢ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora