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Jake había preferido irse pasados unos minutos en los que estar en aquel inesperado reencuentro familiar se hacía cada vez más y más incómodo.

La madre de Sunghoon había irrumpido en la sala de urgencias sin importarle a quién pisaba, pues salieron varias enfermeras detrás de ella bastante sofocadas por haberla perseguido desde la entrada.

No solo había sido por ver a su hijo besarse con un desconocido, eso era lo que prefería pensar Jake, sino porque la pobre mujer había recibido la llamada de que su hijo había acabado en el hospital sin tener noticias de él desde hacía meses y quieras o no eso no era agradable para nadie. Pero poco le faltó para gritarles a ambos que se separasen.

Después de salir del bloqueo que supuso para él ver a su madre después de tantos meses, Sunghoon intentó explicarle quién era Jake. Pero ella solo pudo reclamarle y gritarle. Los médicos vinieron expresamente para pedirles que se callasen tras ser advertidos por las enfermeras del barullo que se estaba formando gracias a ellos. Jake también intentó pedirle que se calmase, todavía algo confuso por conocer de esa manera a su suegra.

Pero todo quedó en un fracaso intento cuando después de calmarse un poco por ella misma, Misuk le exigió amablemente a Jake y a todos los médicos allí reunidos que los dejasen solos. Madre e hijo debían a hablar. Y Jake no tuvo más remedio que hacerle caso e irse. Sunghoon le rogó con la mirada que no se fuera, pero Jake no podía hacer nada contra la dura mirada de esa mujer sobre él. 

Sunghoon lamentó no haberse puesto a llorar cuando tuvo oportunidad para que los guardias de seguridad se llevasen a su madre, porque cuando Jake se fue y se quedó a solas con ella supo que todo acabaría mal. Muy mal. 

Su madre no parecía haber cambiado. Ni físicamente ni de carácter. 

Su pelo se había despeinado un poco y el maquillaje lo llevaba algo corrido por el repentino viaje, seguramente la habrían pillado trabajando como una obsesa. Como siempre.

Seguía llevando las joyas y ropa más elegante y novedosa de las boutiques de la ciudad, resaltando incluso más entre la gente tan humilde que vivía allí gracias a su aura sofisticada y arreglada. Sunghoon también era de ese mundo, pero aún así la sentía a miles de kilómetros. 

Ella pareció sentir algo igual. Porque cuando se sentó por fin delante suya sobre el colchón, que al hundirse la obligó a hacer una mueca de asco, evitó durante unos segundos mirar el aspecto actual de su hijo. Sunghoon pensó que era porque de nuevo se avergonzaba de él,  sin tener ni idea de que; entonces y siempre, había sido mucho más complicado que eso.

- ¿Qué haces aquí, mamá?-preguntó harto de qué no quisiera mirarle y menos hablarle.

-¿Cómo que qué hago aquí?-reaccionó aún alterada. - Me han llamado desde un hospital diciéndome que mi hijo acababa de ser ingresado en urgencias. ¿Qué crees tú que hago aquí, Park  Sunghoon?

-Vale. Y ya me has visto. - respondió igual de cortante que ella. Eran demasiadas las emociones que ambos reprimían como para que aquella conversación fuese tranquila. - Ya has comprobado que estoy bien. Puedes irte.

-¿Perdona?- Misuk no se lo creía. -¿Estás echando a tu propia madre?

- Hace mucho que no pienso en ti como una madre. -susurró dolido, lo suficientemente alto como para llegase a oídos de la mujer. A la que el rostro se le descompuso. - Y menos como la mía.  -se atrevió entonces a levantar la mirada, encontrándose con la de su hijo. O quién, por mayoritariamente culpa suya, ya no se consideraba como tal.

Misuk batalló un segundo con todo lo que se le pasaba por la cabeza clavando su recién arreglada manicura en su brazo, aguantando las ganas de gritar de frustración.

𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 ➢ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora