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- ¿Crees que podrías ayudarme con mis rutinas?

- ¿Cómo que ayudarte?

- Ya sabes, como si fueras mi entrenador. 

- Siento desilusionarte, pero resulta que no soy entrenador. - Sunghoon frunció el ceño. 

Jake creía que Sunghoon había adelantado su hora de llegada porque quería practicar más aquella noche y que al menos le dejaría tranquilo para estudiar como debía, pero lo cierto es que Sunghoon lo necesitaba más de lo que pensaba. 

La intención de Sunghoon era dejar esa tontería que lo llevaba cada noche a la pista de los Shim a repetir una y otra vez sus antiguas rutinas sin avanzar. Se había pasado las ultimas semanas analizando los videos de sus presentaciones intentando encontrar esos fallos y detalles que Jake le puntuaba, dándose cuenta de que si quería conseguir aquello debía tener un entrenador. Alguien que lo ayudase a mejorar. Jake era lo más parecido a un entrenador que podría conseguir. 

- Por favor, Jake. -pidió. - Sé que te estoy quitando de tu tiempo. Pero yo... No estoy preparado para volver a Seúl o a mi antigua rutina de entrenamientos. Aún así, sigo amando el patinaje y no quiero abandonarlo. No podría abandonar ahora. Por eso...Quiero que tú me ayudes. 

Es cierto que esa confianza que le molestaba a Jake había cambiado la forma en que Sunghoon se dirigía a él. Pero también le había ayudado a abrirse. Ahora no se negaba tanto a contarle de su pasado. Confiaba tanto en Jake como para contárselo por si solo.

- ¿Qué te hace pensar que soy la persona "idónea" para ser tu entrenador? ¿No crees que estarías rebajando demasiado el listón? Un adolescente que sabe cuatro cosas de patinaje no se le puede comparar a un entrenador de talla mundial. - Sunghoon no pudo evitar reír. 

- No sabes de lo que hablas. - rio saliendo de la pista para quedarse apoyado en la barrera. - ¿De que sirve el mejor entrenador de la historia que te podrá llevar hasta lo más alto si... es una mierda de persona? 

- ¿Crees mucho en tus palabras o hablas desde tu propia experiencia?- preguntó Jake interesándose ya que Sunghoon parecía hablador. Sunghoon hizo una mueca al recordar malos momentos. 

- Bueno, mi entrenadora no es que fuera la persona más empática y comprensiva del mundo. - se unió a Jake en la grada sentándose a su lado. - En términos profesionales es una buenísima entrenadora. Pero en lo demás...

- Creo que sé por donde vas. - lo ayudó Jake. Sunghoon lo miró, le gustaba que Jake lo entendiese sin que hiciera falta explicarse. - Es una de las cosas que más lamento de todo este mundillo. El sacrificio. ¿Enserio tienes que machacar a tanta presión y ejercicio físico a niños tan pequeños? Así solo consigues crear adultos amargados y agobiados con sus vidas. 

Sunghoon escuchaba a Jake, pero parecía estar viendo sus propios recuerdos. A pesar de no haberla visto en casi tres meses, podía oír todavía los gritos de su entrenadora, la entrenadora Kim. Había sido su entrenadora desde sus inicios en ese bonito y perfecto pero nada justo deporte. Al principio, como cada cosa, fue increíble. El pequeño Sunghoon creyó que si sus padres lo dejaban en manos de una entrenadora tan profesional como la entrenadora Kim, era que veían potencial en él. Se ilusionó mucho. Pero esa ilusión no duró mucho. Como cada deporte de élite, exigía sacrificio. Un sacrificio y perfección que cegaba a los adultos que exigían al atleta dando igual la edad que tuviese. Esa presión recayó en el pequeño Sunghoon. Poco a poco, los entrenamientos de la entrenadora Kim se alejaron de la diversión que debería experimentar un niño de su edad. Le exigía, le gritaba y no le dejaba descansar. Intentó hablar con sus padres del tema, pero ellos estaban igual. Empezó a ver a sus padres como desconocidos. Estaban sumidos en la encantadora situación de tener a un atleta estrella por hijo. De poder presumir de ese gran patinador en el que se convertiría. Presumían de ese futuro prometedor, no de Sunghoon. Ellos aparecían con sus brillantes y falsas sonrisas, sus padres y la entrenadora Kim, solo al final del duro trabajo que suponía un simple programa. A pesar de que, al momento de la foto triunfal tras ganar cualquier torneo, Sunghoon sabía que las figuras de sus padres y su entrenadora estaban a su espalda. Sonriendo para la cámara, no de felicidad por él. En ese momento, sentía más vacío que nunca ese espacio. 

𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 ➢ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora