10.

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Capítulo 10.

En algún momento mientras abrazaba a James, debí quedarme dormida. Ya que al separar mis párpados, me doy cuenta que ya es de noche. La habitación está oscura y mis fosas nasales sienten la esencia del tabaco.
Intento incorporarme, pero un dolor punzante en la parte baja de mi espalda me hace volver a mi posición inicial.

-Ay, duele. —Me quejo e inmediatamente siento el peso de alguien al sentarse sobre el colchón. —James. —Murmuro.

-Estoy aquí. —Responde él. —No te muevas, dolerá más.

-James. —Murmuro otra vez. —Debo hablar con mis padres, debí haberlo hecho hace horas atrás, por favor. —Le pido. —Necesito un teléfono, y un poco de luz.

-Dame unos minutos. —Él se levanta, veo su silueta caminar hasta la puerta y luego desaparece.

Intento acomodarme en la cama, pero nuevamente me duele la espalda. Era demasiado tonto creer que solo sería un dolor momentáneo.
Cuando James vuelve, enciende la luz de la habitación y deja sobre el velador una bandeja con comida, algunas medicinas y ropa limpia.

-Gracias, James.

-No es nada. Las píldoras deberían calmar el dolor. —Me dice. —Come, tu estómago está vacío. He traído un pijama para ti, era mío. Lo usé una sola vez, fue un regalo de cumpleaños, pero me quedó demasiado pequeño.

Lo observo con una sonrisa.

-Gracias. Creí que no usarías el pasamontañas.

-Me lo sacaré cuando hayas comido y la habitación esté en penumbras. —Me explica. —Iré a buscar el teléfono. Cámbiate de ropa y come.

Vuelvo a quedar sola durante unos pocos minutos. Con lentitud me quito la ropa sucia que llevo encima y me pongo el pantalón de algodón y la camiseta del mismo material. A él le quedó pequeño, pero a mi me queda grande de todas maneras.
Después de apilar mi ropa y dejarla sobre la única silla que está en la habitación, vuelvo a la cama y me tomo las píldoras. Doy unos pocos mordiscos al sándwich y bebo de la 7up que dejó para mi.
Todo está demasiado silencioso, si este es su hogar me sorprende no escuchar a más personas. Quizás una abuela, primos, su padre. Después de todo, la casa es enorme como para que este solo.
Cuando él vuelve, ve la bandeja casi intacta.

-No tengo mucho apetito. —Le explico antes que pueda obligarme a comer.

-¿Quizás no te gusto? —Me pregunta mientras me entrega el teléfono inalámbrico.

-Está muy rico, James. —Respondo rápidamente. —Es solo que no puedo comer si me duele el cuerpo.

-Puedes terminarlo más tarde, ahora llama a casa. —Me pide.

Marco el número esperando que mamá se quede tranquila. Al tercer sonido escucho su voz histérica y llena de desesperación. James me observa atentamente mientras le digo que soy yo, Isabella. Su llanto es inmediato mientras le grita a papá que soy yo quien está al otro lado de la línea. Debo alejar un poco el teléfono de mi oído debido a las preguntas que están haciéndome.
Con calma le intento decir que estoy bien, que había estado sin un teléfono para llamar, y que no llegaré esta noche. Por supuesto se enfadan, insisten en que les dé mi ubicación, pero insisto yo también en que estoy bien y que mañana volveré a primera hora de la mañana. Sin nada más que agregar, corto la llamada.

-No han quedado satisfechos. —Dice James.

-No, pero al menos saben que estoy bien.

-Tendrás problemas mañana.

-Sí. —Susurro mirándolo. —¿Que más da? Ya estoy aquí.

Él se acerca y extiende su mano hacia mi. Las yemas de sus dedos acarician mi mentón suavemente, dejando con ello una sensación eléctrica sobre mi piel. Luego desciende por mi cuello y vuelve a subir por mis mejillas y mis pómulos.
El olor a tabaco está impregnado en sus dedos e inmediatamente recuerdo que sentí la esencia cuando desperté.

SI FUÉRAMOS LIBRES - BY NATH 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora