20: Confesión

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Es muy fácil darse cuenta de que necesitas decirle algo a alguien; saber que tenéis la confianza necesaria para dejarle guardar un secreto tuyo. Incluso es poco complicado imaginar situaciones en las que le confesarías algo, y pensar cuál sería su reacción. Hasta ahí todo parece más o menos simple. ¿Pero empezar a contárselo? Ajá, esa es otra historia.

Alyson estaba frente a frente con Zac, mirándole a esos ojos castaños en los que se solía perder, y las palabras que tanto había planeado se le quedaron atoradas en la garganta. No podía. Era superior a sus fuerzas. Pero quería, por encima de todo, hablarle sobre sí misma. Porque tenía el deseo de que él también se abriera a ella.

Aunque no le era posible teniendo aquella penetrante mirada encima suya. No podía pedirle que dejase de mirarla así, por lo que fue ella quien fijó los ojos en la pared del fondo de la sala.

–¿Qué pasa? –preguntó Zac entonces, con un tono socarrón que no atendía a la seriedad de Alyson.

–Dijiste que tarde o temprano acabaría confiando en ti... –murmuró la chica, y él se acercó para oírla mejor– Ha llegado ese momento.

Aly soltó una risita (que le sonó histérica a sus propios oídos) para aligerar un poco sus palabras y los nervios que le producían decirlas. Zac se carcajeó como si no le creara ninguna preocupación aquello.

Vale, cierto que Alyson se estaba poniendo muy dramática, pero no sabía hacerlo de otra forma. Chica complicada.

Antes de que él abriera la boca, la joven se le adelantó, porque quería saber algo antes.

–Taylor Momsen no fue tu primera relación, ¿verdad? –se atrevió a preguntar, pero solo pudo observar a su medio hermano una vez que acabó de hablar.

A él se le había quedado una expresión de desconcierto francamente adorable.

Lógico, pensó Aly mientras se forzaba a sonreír.

Era obvio que, ya que la chica había comenzado diciendo que tenía que contarle algo, se encontrara perdido si empezaba a indagar en su pasado. Pero Alyson necesitaba tantear el terreno antes de lanzarse con su propia historia. Y además, lo cierto era que tenía curiosidad contenida.

–Claro que no –contestó el chico cuando se recobró de la sorpresa

Aunque aún quedaba un vestigio de ella en sus ojos, pero se había encargado de encubrirla bien con esa pose de engreído que tan bien ponía. Aly decidió pasárselo por alto esta vez, sólo porque no le hacía mucha ilusión comenzar a darle reprimendas por ser un mujeriego otra vez.

–¿Fue tu primera vez?

Con esa pregunta Zac se quedó de piedra. Pareció naufragar en recuerdos (por su cara, Aly no sabría decir si fueron buenos o malos) hasta que se le iluminó la mirada de una forma extraña. Podría ser... ¿arrepentimiento? ¿En serio? La chica no supo si lo había descifrado bien, pese a que últimamente veía una faceta más sensible de su medio hermano.

–No... –dijo el muchacho al fin– Fue mucho antes de que tuviera algo con ella... Oye, ¿quieres que te la cuente o qué?

Al contrario que anteriormente, esta vez sus palabras no eran arrogantes. Era una simple cuestión, pero el ambiente se estaba volviendo incómodo y él se había puesto a un nivel de seriedad mayor que el de Aly.

La joven sacudió la cabeza, negando.

Sentía que las mejillas se le habían incendiado y pudo reconocer una pequeñísima flama de celos en la boca del estómago.

¿Qué había esperado? ¿Zachary Rise siendo virgen a los dieciocho? Eso, tal y con lo que veía y había visto de él, era im-po-si-ble.

–Lo siento si te he molestado –susurró cuando Zac siguió mirándola con tanta fijeza.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora