46: El principio del fin

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Arriba, un señorito cuyo segundo nombre es Problemas.

A ver qué primera impresión os lleváis de él...

.


ALYSON.

Las letras góticas eran gruesas y claras. Y solo había una persona que ella supiera que llevaba ese tatuaje en aquel sitio justamente.

Alyson estaba completamente petrificada.

De alguna forma, consiguió alzar la cabeza hasta mirar al chico a los ojos. Se hundió en el azul cielo de ellos. Su boca cayó abierta por el total reconocimiento. Imágenes empezaron a fluir en su mente y ella las comparó con lo que veía ahora.

Ese chico era Leroy, pero no lo era al mismo tiempo.

Llevaba el cabello mucho más corto, y no tan loco como la última vez que estuvo con él. Había perdido mucho peso, podía notarlo incluso a través del jersey oscuro y los vaqueros que él llevaba. La piel del rostro se pegaba a los pómulos. Los ojos estaban más hundidos y tenían bolsas debajo.

A pesar de eso, la envolvían con esa chispa de vida que siempre habían tenido cuando la miraba. Se enamoró una vez de él, y de esos hermosos ojos. Mirándolos, sintió que los antiguos sentimientos pugnaban por salir del lugar donde ella los había enterrado.

El dolor lacerante fue casi insoportable por un momento, y se le llenaron los ojos de lágrimas.

Pero ahora había otros sentimientos más nuevos que habían echado por tierra a los anteriores. Por eso, sintió también un tremendo alivio.

Lo había superado. Estaba muy confundida, pero podía darse cuenta. Estas lágrimas eran para terminar de llorar la pérdida.

El muchacho estiró la mano e hizo amago de tocar su rostro, pero ella le rehuyó.

Zac la levantó del suelo entonces y la apretó contra su pecho. Como si hubiera adivinado quién era el otro chico y tratara de mantenerla a su lado. De evitar que el pasado la arrastrara de nuevo. Ella le rodeó con los brazos, adhiriéndose a él. Le necesitaba.

Por un momento, Aly deseó con todas sus fuerzas estar equivocada. Que ese chico no fuera Leroy. Que solo fuera pura coincidencia. Un joven tan parecido a Leroy como aquel otro que le había recordado a Benjamin.

Pero cuando él habló no hubo cabida para dudas.

Su voz ronca, con una cadencia que siempre se había asemejado a la de Antonio Banderas, tocó una fibra sensible en ella. Hacía meses que no le oía hablar.

Su tono fue brusco.

–Alyson, ¿ya te lo has tirado?

Ella no había esperado eso.

Jadeó, afectada, ante su agresividad.

Leroy avanzó hacia ellos y Zac la hizo ponerse a su espalda, plantándose frente al otro chico. Aly apretó ansiosamente su brazo, sintiendo su tensión.

Dios, que se controlara, por lo que más quisiera. No quería que hubiera otro enfrentamiento.

Zac la miró por encima del hombro. Ella le devolvió la mirada, con los ojos llorosos. La cara del chico estaba llena de todas las preguntas que tenía. Le pediría explicaciones más tarde, Aly lo sabía.

Miró a Leroy y se armó de valor para responderle.

–Eso no es asunto tuyo.

El chico dejó caer los hombros.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora