52: El amor es un campo de batalla

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Joder, siento muchísimo haber tardado tanto en subir.

Exámenes. Tres putas semanas de exámenes.

Y queda una.

Pero dejando eso a un lado, este capi ME ENCANTA. Igual soy la única que piensa eso, pero de verdad que creo que es de mi Top 10 favoritos.

Disfrutarlo :)

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El chico rubio entró a la cafetería y todas las miradas se centraron en él.

Llevaba gafas de sol, pero algo en su impresionante físico conducía a la conclusión de que tenía los ojos azules. Estaba tremendo. Los vaqueros le sentaban como un guante. (¡Qué culo!)

Vestía una camisa de color dudoso (entre verde y azulado) que se pegaba estratégicamente a sus músculos de una forma deliciosa. La llevaba arremangada y había un par de botones que debería de haber abrochado, ya que mostró el inicio de sus pectorales cuando se quitó las gafas y las colgó en la pechera.

Las chicas babearon cuando caminó entre las mesas.

Confirmado. Era un rubiazo de ojos azules.

Tras la fascinación por su entrada, surgió un pinchazo colectivo de envidia. ¿Quién sería la afortunada de tener una cita con él? Un hombre así no podía haber ido solo a tomar café.

Por si acaso tenían alguna oportunidad, le siguieron con la mirada. Desde los grupitos de amigas hasta las parejas, toda la atención estaba centrada en él. Tenía que ser famoso, seguro.

Algunas bocas cayeron abiertas cuando el muchacho se sentó en una de las mesas en las que había una pareja. El impresionante moreno que había llegado de la mano de la chica rubia muy mona una media hora antes también había suscitado muchas miradas.

¿Serían modelos y aquella muchacha su mánager? ¿O la muy maldita tenía la suerte de estar quedando con los dos?

Bien, era lo segundo. Y puedo aseguraros que Alyson no se sentía tan afortunada.

Quizá desde fuera no se veía, pero cuando Zac se levantó de la mesa y se situó frente a Leroy saltaron chispas.

Ambos iban vestidos de forma parecida y eran casi de la misma estatura. Por no hablar de que estaban demasiado buenos para su propio bien. Viéndolos el uno junto al otro, Aly no pudo evitar reparar en lo guapos que eran. Vaya, no se había dado cuenta de que tenía tan buen gusto.

Leroy no solía ir tan arreglado. Pero los tatuajes que llevaba, entre ellos el del antebrazo con el nombre de la joven, rompían su imagen de niño bien en esos momentos.

Los chicos se miraron de arriba abajo, detenidamente.

Era la primera vez que se enfrentaban cara a cara con tanta tranquilidad.

Oh, Dios. Que dijeran algo ya. Alyson estaba tentada a morderse las uñas, pero no quería estropear el esmalte. No aguantó más el silencio y las malas miradas de ambos. Aparte, toda la cafetería estaba pendiente de ellos.

–Zac, ¿te acuerdas de Leroy? –inquirió mientras se erguía para situarse entre los dos.

Bueno, eso no era lo más apropiado para decir.

Se mordió la lengua mentalmente cuando los chicos la miraron como si fuera tonta. Amedrentada, dio un paso atrás y se sentó de nuevo.

En aquel momento llegó la camarera. Tendría unos veinte años a lo sumo y un rostro de mujer fatal total. Se le veían de lejos las intenciones, brillantes como sus labios rojizos. No quería perder tiempo en acercarse a unos muchachos tan apuestos.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora