47: Agridulces dieciocho

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Mi bebé se ha hecho mayor. Awww.

La fecha que tanto miedo tenía a que llegara, ha llegado... A ver qué pasa.

Ps: Un secreto, a Zac le gustan las fiestas de cumpleaños por el pastel. Se vuelve un gordo con el chocolate. Sssh.

Ps2: Arriba, Alyson deseándole Feliz cumpleaños a su chico <3

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Dios. Estaba cachondo. Mucho. Muchísimo.

Había tenido un sueño en el que se lo montaba con Alyson delante de su exnovio.

Fue... Woah. La mejor fantasía posible.

Estaba medio despierto ya pero las imágenes perduraban en su cabeza, frescas aún. Notaba un cosquilleo reconocido de deseo en el abdomen. Y el calor del placer se había extendido por su cuerpo, haciéndole sudar.

Espera, ¿qué? Un momento. Humedad. Un movimiento constante y mojado en la parte inferior de su cuerpo. ¿Eso...? ¿Eso que sentía sobre él era una lengua?

Abrió los ojos de sopetón y miró abajo. Había un bulto bajo las sábanas. Entre sus piernas.

Tomó aire bruscamente al sentir una boca causando estragos sobre él. En medio del sopor mañanero, logró discernir lo que ocurría. Alguien se la estaba chupando.

¿...Alyson?

Sin creérselo hasta que lo viera con sus propios ojos, alzó las cobijas. Y ahí estaba ella.

Aly llevaba una tela roja enredada en la cabeza, que formaba un lazo en lo alto. Y por lo que veía, estaba desnuda.

Zac se quedó sin aliento. No había ser humano, masculino o femenino, más hermoso que esa chica. Y era suya.

Ella le pescó mirándola y besó la punta de su miembro. Sus maravillosos ojos azules le observaban derretirse por ella a la sombra de sus pestañas. Le dejaron hechizado.

Entonces, como si supiera el efecto que tenía sobre él, la joven esbozó una sonrisa algo tímida y dijo:

–Feliz cumpleaños, Zac.

Su voz baja y sugerente culminó lo que era el mejor regalo que había recibido jamás. Ella.

Era 19 de Enero. Y hacía 18 años desde que Zac llegó al mundo.

Él jamás habría imaginado esto.

No solo el tener a Alyson. El que ella le perteneciera. Lo más increíble de aquel día era que había llegado por fin. Y que no tenía porqué tener miedo. No cambiaría nada.

Desde hacía demasiado tiempo, Zac había detestado su cumpleaños. Porque con cada año que cumplía, se acercaba más y más a la fecha en la que tendría que abandonar su vida tal y como él la quería.

Pero ahora eso no pasaría. Tenía dos años más de libertad. Había cumplido dieciocho y el abuelo no vendría a por él.

La sensación de alivio era tal que no podía dejar de sonreír. Seguía siendo libre. Todo seguía siendo a su manera. Era el dueño de su vida aún.

Con la ayuda de Aly (una ayuda tremenda, ya que además de tutelarle le metía presión y le obligaba a ser constante con los estudios), el chico pasó de curso.

Empezaron las clases. Era el último año de instituto y Alyson se sentía vieja al pensar que eran los más mayores de la Academia. El tiempo pasaba muy rápido.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora