35: ¿Qué estabas esperando?

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Arriba, mi sexy Zac.

Muac!

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Aly llevaba rato despierta, tanto que ya no podía fingir que dormía. Era plenamente consciente de lo que había sucedido la noche anterior. Y eso la avergonzaba hasta la muerte. Pero, al mismo tiempo, no recordaba haber estado tan llena de dicha nunca.

Era por la mañana. Gracias a Dios, había llegado el sábado y no tenían escuela. Podían quedarse hasta tarde en la cama.

La habitación olía a sexo, sudor y a Zac.

El olor de Zac era inconfundible. Le encantaba que el cuarto se hubiera contaminado con él. Seguro que lo había dejado por toda ella también.

Sentía la figura masculina a ras de su cuerpo, los músculos firmes.

Había pasado la noche entera con Zac. Había dormido con él a su vera. El calor corporal del chico estaba adhiriéndose a su propia piel. La sensación que le producía... Era algo con lo que le gustaría despertarse cada día.

Alyson se sentía plena, radiante y feliz. No podía dejar de sonreír como una boba. Tenía la cabeza reposada en el pecho de Zac y su vello le hacía cosquillas en la mejilla. Era consciente de eso y de que él la acariciaba con las yemas de los dedos, rozando la piel sensible del antebrazo una y otra vez con un ritmo mucho más pausado del que había llevado anoche con sus embestidas.

Tenía que abrir los ojos, ya, antes de que sus pensamientos se descontrolaran. Aunque no tenía ni idea de cómo actuar. Decidió tentar a la suerte y parpadeó un par de veces.

Cuando enfocó el rostro de Zac cerca de ella, solo pudo quedarse deslumbrada por su sonrisa. Él estaba mirándola fijamente, y parecía tan embobado y maravillado como ella. Sus ojos no se ensancharon con sorpresa cuando le pilló. La estaba adorando con la mirada.

Parecía enamorado.

Y a ella se le aceleró el corazón con ese pensamiento.

Sin llegar a creerse lo que le parecía ver, esbozó una sonrisa más ancha en respuesta y él agachó la cabeza con intenciones de besarla. Aly se apresuró en levantar la suya para unir sus labios con los del muchacho, pero él cambió de dirección en el último instante.

Le dio un mordisco en la mejilla.

Ese gesto repentino la confundió. Entonces él besó la zona donde había clavado los dientes, tomándose su tiempo tal y como hacía cuando la besaba en los labios. Alyson se derritió. Era tan dulce.

Giró la cabeza para encontrarse con la boca del chico. Se deleitaron el uno del otro durante unos minutos, sin encender nada, simplemente sintiéndose. Suave, tierno. Un beso de desayuno, para saborearse. Después de unos preciosos momentos se apartaron.

Ella se quedó mirándole, ambos sonriendo... hasta que Zac abrió la boca y estropeó el momento.

-¿Ves? Te tengo dicho que nadie se resiste a mí -soltó, el muy idiota.

La magia se esfumó y solo quedó una chica que se sentía estúpida amoldada al cuerpo de un idiota de verdad.

Intentó recordarse que él era así, que tenía demasiado ego, antes de que el pesimismo ganara la batalla dentro de ella. Tenía que ser comprensiva.

Zac se inclinó y comenzó a besarla de nuevo, y ella se dejó hacer en silencio. Era una bonita distracción. Él besaba muy bien. Increíblemente bien. Tan bien que era como si las células de su cuerpo se dividieran y giraran como locas dentro de ella, volviendo todo patas arriba. Sus besos eran adictivos y demasiado agradables, si se podía decir. La confundían tanto como hacían que le hirviera la sangre de deseo.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora