4: Primer encontronazo

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Alright! Cuarto capítulo, con Zac <3 finalmente. Espero que os guste este chico tanto como me gusta a mí. Típico chico malo, pero aissss más mono que la vida. 

Os dejo con él. Cuídamelas, Zachary!!

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–Vaya, vaya. Parece que alguien no pudo conciliar el sueño demasiado anoche, ¿no, Alysse?

Ante la pregunta de Mike la aludida solo murmuró para darle la razón, sin apartar sus ojos cansados del desayuno. Se le cerraban a veces por unos momentos y no podía hacer nada por evitarlo.

No tenía hambre... pero ahora sí que se había visto invadida por un terrible sueño. Ojalá hubera estado así la noche pasada. ¿Cómo iba a ir con esa cara a su primer día de instituto? Se había mirado al espejo para peinarse antes de bajar y tenía peor aspecto de lo que había imaginado. Siempre le había afectado no dormir las horas necesarias (al menos ocho), por lo que debería de haberlo esperado. Pero en esos momentos se sentía tan nerviosa que no lo había pensado. Aunque desgraciadamente esa sensación no había desaparecido junto con su insomnio.

Se dejó la mitad de los cereales flotando sobre un cuarto de leche y preguntó dónde estaba situada la cocina. No recordaba la forma de llegar a las respectivas salas de la casa, aunque sí el aspecto de la mayoría de ellas. Mike la acompañó hasta allí. Tras llegar le quitó el tazón con esa delicadeza tan propia de él y lo metió al lavavajillas, un modelo ultramoderno de color plateado.

–Alysse, no quiero que te encargues de nada. Tenemos sirvientes. Aunque da la casualidad de que hoy no han venido porque es el día libre de todos ellos –le dijo el hombre, girando sobre su eje para mirarla mientras se recostaba contra la encimera.

Ella le devolvió la sonrisa con dulzura deliberadamente, toda la que pudo juntar.

–Gracias, aunque de todos modos me gustaría ayudar de vez en cuando...

Él negó con la cabeza, tan inamovible de su decisión como cariñoso, ya que un segundo después estaba acercándose a Aly para darle un abrazo. Cálido. Mike era mucho más que cálido, por lo que los brazos de la muchacha le devolvieron el gesto sin que ella lo premeditara. Con Michael no actuaba de una manera u otra sólo por lo que él pudiera pensar. Sabía que el hombre aceptaría cada cosa que hiciera aunque sólo le hubiera conocido hacía un día. Se le antojaba que había pasado mucho tiempo.

–Alysse, eres parte de esta familia. Como una hija más. Mis dos niños malcriados no hacen nada en la casa, así que tú no serás la excepción. ¿Entiendes?

Ella se acurrucó entre su abrazo, contra su pecho. Todo él olía tanto a colonia masculina. Le recordaba a su propio padre.

–Sí... –le concedió con voz queda, la única que le salía en ese momento– Aún así, necesito hacer algo por vosotros. Lo siento pero tendré que ayudar con alguna tarea en la casa siempre que pueda y no estéis presentes.

El cuerpo de Mike vibró cuando él se echó a reír.

–No se puede luchar contra tu buena voluntad... –dijo el hombre.

Y ella supo que aquello eran sus palabras de rendición.

Aly sintió que él la estrechaba con más fuerza. En tan poco tiempo, ¿se podía coger un cariño tan profundo a una persona? Comenzaba a pensar que así era. Su nuevo padre era alguien especial. Su nueva familia también. Para ella, esta singular vida que acababa de comenzar le daba sensaciones igual de especiales. Era una chica con suerte. Gracias, Dios; gracias, padres. Sintió ganas de llorar de felicidad. Pero ya había montado un numerito la noche pasada y no pensaba dejar que se repitiera.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora