54: Mentiras para los mentirosos

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Arriba, un trailer de la serie Shadowhunters (Cazadores de Sombras), que está basada en los libros por los que Clare tiene una obsesión. De ahí viene que quiera que la llamen Clary, porque la prota se llama así.

Los libros me encantan desde que los descubrí y la serie me fascina, la película que hicieron no me gustó del todo pero la serie para mí es prácticamente perfecta. 

Y va a haber segunda temporada!!! (Y con suerte muchas más)

Bueno, pues eso, que os la recomiendo y espero que os guste tanto como a mí

Y ahora, volvamos al mundo de Aly a ver qué tal va la cosa

.


Alyson jamás había visto a Leroy tan deshecho como aquel día. Ni en sus peores borracheras.

Por un momento, mirándole a los ojos, había pensado que él lloraría. Pero como siempre, acabó llorando ella por los dos.

Se derrumbó en cuanto puso un pie en el coche.

–¿Por qué demonios lloras? –le preguntó Zac, con las manos congeladas a medio camino de arrancar el coche.

Alyson no encontró la voz para responder. A pesar de eso, su chico se las manejó para abrazarla entre los asientos. La llenó de besos reconfortantes por el pelo y caricias que ella necesitaba como el aire en ese momento. Se aferró a él hasta que pudo hablar. No estaba segura de mirarle, pero se acabó separando un poco y levantó la vista, encontrándose con su ceño fruncido de preocupación. Le dio un beso en la mandíbula y suspiró.

–Leroy podría morir.

Esa no era su única preocupación. Todo podía convertirse en un infierno en un segundo si el plan de envenenar a Costello fallaba. Podía perder a Zac también.

El chico pareció desilusionado con su contestación, pero se recompuso y apretó los labios suavemente contra su frente. Quería quitar todas sus arrugas de pesar de ahí.

–No me hace mucha gracia que estés llorando por otro –comentó con una nota cómica–. O que estés llorando, en general.

–Lo siento.

–No te disculpes.

Zac tomó las manos de la chica, las llenó de besos y la miró intensamente a los ojos.

–¿Sigues sintiendo algo por él?

Ella, tan emocionalmente traspuesta como estaba, se tomó eso de la peor manera.

–¿Estás dudando de mí? –casi le gritó, pero fue más un murmullo encolerizado– ¿Enserio?

Recuperó sus manos de entre las de él y puso toda la distancia posible entre ellos, lo cual era difícil dado que seguían dentro del coche.

Zac se indignó también.

–¿Cómo quieres que me tome que llores por él?

–Tengo sentimientos, Zac. No soy una piedra como tú.

El gesto del chico se crispó.

–¿Que no tengo sentimientos? Llevo toda la tarde muriéndome de celos, viéndole tontear contigo. Y de envidia, porque siento que es más valiente que yo. Y encima tengo que quitarme el sombrero ante él porque va a ayudarme. Cuando sé que lo hace porque quiere meterse en tus bragas.

–¡Él no es así! ¡Ha cambiado!

–¡Pues vuelve con él, si tanto te gusta!

–¡No pongas palabras en mi boca que yo no he dicho!

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora