56: A tu lado

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Alyson había cerrado los ojos.

Se sintió caer al suelo como un peso muerto. Dolía, pero no dolía tanto como había supuesto.

Sus pensamientos eran una locura, pero su mente se puso a trabajar a toda velocidad. Quizá fue debido a que su cerebro estaba completamente alerta, pero analizó la situación en unos segundos.

Sintió que había alguien sobre ella y abrió los ojos.

La habían disparado. Pero la bala no le había dado.

Él la había salvado.

–¡Leroy! –el grito le salió de lo más hondo, podría haberle partido el pecho.

Rojo. Sangre. Eso era lo único que veía.

Se incorporó y colocó la cabeza del chico en su regazo.

Cuando él se quejó y abrió los ojos, volvió a respirar. Pero seguía estando de los nervios. Miró a su alrededor, todo el mundo se había quedado paralizado.

–¡Llamar a una ambulancia! –nadie reaccionó– ¡Por favor, una ambulancia!

Zac fue el primero de salir de ese estado de shock. Le lanzó una mirada asesina a Costello, una mirada que prometía cosas horribles. Esos ojos exigían venganza. Había intentado matar a su chica, por el amor de Dios.

–¡Por favor, por favor, una ambulancia! –pedía Aly una y otra vez, dejándose la voz.

Los móviles estaban encima de la mesa, los matones los habían dejado ahí. Clare era la que más cerca estaba. Tenía las mejillas llenas de lágrimas que parecían no acabar nunca y su pequeño cuerpo se agitaba con los sollozos. Shane la vio así de afectada, y como era el siguiente más cercano, fue rápidamente hacia la mesa.

Pero cuando extendió la mano para coger uno Costello le encañonó.

–Nadie va a llamar a una ambulancia –dictaminó–. No hasta que Zac haya salido de esta habitación conmigo.

Alyson, que estaba inspeccionando a Leroy, se congeló. Su vista se volvió borrosa y antes de querer darse cuenta estaba llorando a mares.

–Por favor...

Costello la miró como si fuera un insecto.

Alyson volvió a dirigir los ojos a Leroy, pestañeó entre lágrimas y localizó la herida. Estaba en el hombro, pero no podía ver bien con la sangre. Tanta sangre...

Zac se arrodilló, se fijó en la herida y se le paró el corazón.

Por la altura de Leroy, el disparo habría ido directo a la cabeza de la chica.

Intentando no pensar en eso, rasgó su camiseta y empezó a hacerle un torniquete en el brazo herido.

Leroy soltó un bufido, con el ceño profundamente fruncido.

–Eso duele, joder –se quejó a media voz.

–Respira, como las embarazadas. Vamos. Dentro. Fuera –le instruyó Zac mientras seguía apretando–. Concéntrate en eso.

Leroy no le hizo caso. En su lugar, desvió la vista hacia Alyson.

Verla llorando por él le provocó una sonrisa. No, no era un sádico... Probablemente. Pero le gustaba horrores cuando ella se preocupaba por él. Le recordaba a esos viejos tiempos, cuando estaban juntos. La mejor época de su vida, pese a todo.

Estaba muy mareado y se sentía increíblemente débil. Pero dejó cómo se sentía a un lado y se forzó a levantar el brazo bueno y pescar las lágrimas del rostro de la chica. Aprovechando para acariciarle la cara.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora