43: Saber perdonar

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Arriba, Shane. El novio (o ex) de Clary. ¿Sabéis quién es, no? ;) Qué bonico.

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–Ha sido culpa mía –se lamentó Helen, dejándose caer en uno de los taburetes de la cocina.

Alyson y Clare ya habían aconsejado a sus padres que mejor estar sentados para la noticia que les iban a dar. Pero la mujer había preferido seguir haciendo la comida.

Había dado el día libre a la cocinera que solían contratar a menudo, cuando tenían tantas cosas que hacer que no aparecían por casa. Así que tenía mucho trabajo por delante.

Era el cuarto jueves del mes de noviembre.

Acción de gracias.

Aly lo único que había sabido de ese día hasta entonces era que se comían un pavo. Según le había explicado Elena, era más que eso: era una tradición estadounidense en la que toda la familia se reunía para dar gracias a Dios todopoderoso por todas sus bendiciones y misericordias durante el año.

Afortunadamente, el abuelo no iba a estar presente. Ningún abuelo, en realidad, porque los demás estaban ya en el cielo.

Y habían escogido este día para anunciarles el embarazo de Clare.

–No te he aconsejado bien en el sexo –siguió diciendo su madre, apretándose los ojos como si fuera a romper a llorar–. Me he centrado tanto en otras cosas... Señor, siempre has sido tan independiente, tan responsable. Jamás pensé que pasaría esto.

La reacción de Michael fue muy diferente. Se había quedado petrificado. Él sí escogió sentarse, y no había cambiado de posición desde que habían soltado la bomba.

Por fin, mientras Helen se culpaba a sí misma y las chicas escuchaban en silencio, sin saber qué decir, Mike reaccionó.

Se apretó el tabique nasal con dos dedos, suspiró y las miró de hito en hito.

–Elena, cara, no cargues con toda la responsabilidad. Es mi culpa también. Con lo problemático que es Zac, hemos descuidado a la pequeña de la casa. Pero de todas formas, esperaba más de ti, Clare. Vamos a apoyarte, no lo dudes. Aun así tú debes esforzarte también. No dejes los estudios. Tenemos que hablar con...

Helen jadeó, interrumpiéndole, y juntó las manos en una palmada.

–¡Shane –exclamó con los ojos brillantes; había encontrado su distracción perfecta–! Sabía que me olvidaba de alguien. Voy a invitarle a cenar, a él y también a sus padres. Tengo entendido que su familia es de Suiza y no van a poder venir este año, así que no se negarán. Su madre va al mismo club de lectura que yo. Es una mujer encantadora. ¿Sabe ya que va a ser abuela?

Las jóvenes se quedaron sin habla.

Los últimos días, Clary parecía haber perdido el espíritu vivaz que siempre alentaba a los demás. Era como el fantasma de lo que fue.

Alyson no sabía que hacer para que volviera a estar tan alegre como antes, y la actitud de su hermana junto con la falta de sexo la habían dejado desanimada también.

Pero esto último era totalmente culpa de ella misma. La chica había sido quien le impuso ese castigo a Zac y se resistía a caer en sus redes desde entonces. No había esperado que esa penalización se volviera en su contra. Zac era adictivo.

Clare tomó una inspiración profunda y habló, con una voz impersonal.

–Sí, su madre lo sabe.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora