59: El cielo puede esperar

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Alyson levantó el rostro hacia el sol. Dios, qué gusto.

Esto era el paraíso, definitivamente.

Sega Na Leqa. Sí, al principio ella también se había quedado con cara de '¿Qué?', cuando Elena pronunció esas extrañas tres palabras. "Sin problemas", en el idioma de las Islas Fiji, eso es lo que significaban. Y sin duda, pegaban totalmente con ese lugar.

Era una isla privada de un multimillonario. Parejas como Brad Pitt y Angelina Jolie habían estado allí. Era alucinante. Los habitantes de la isla les llevaban el desayuno a la cama, con frutas de esa tierra. Siempre hacía la temperatura perfecta. Y la casa donde se estaban quedando no es que tuviera ventanas, es que directamente todas las paredes eran de cristal. Había un gimnasio para ellos solos, un baño con decoraciones de oro y lujos que ella ni habría soñado. Incluso una piscina de esas que se confundían con el océano.

Os lo he dicho, el paraíso.

Aly se estiró como una gata, disfrutando de los rayos de sol, mientras se acomodaba mejor las gafas que la protegían de los mismos.

–Alyson...

Aly pegó un saltito en el sitio, aunque reconoció la voz al instante. Y, uh oh, era la voz que ponía cuando la había liado.

Bien, aquí llegaban los problemas.

Al fin y al cabo, tenía el prometido más problemático del mundo.

–Me has asustado –le recriminó. Él la envolvió en un abrazo de oso sin darle tiempo a girarse. Este chico no sabía disimular–. ¿Qué has hecho, Zac?

–No he hecho nada –replicó él, dejando besos por su pelo–. ¿Qué pasa? ¿Es que no puedo ser cariñoso con mi maravillosa prometida embarazada?

Aly se miró el estómago abultado, pasando las manos por encima. Le seguía pareciendo surrealista. Cinco años atrás, había sido Clare la que había estado así.

No podía evitar acordarse de la muchacha. Al fin y al cabo, deberían haber sido Shane y ella los que estuvieran ahí ahora.

Dios, eso sonaba como si hubieran muerto.

No, por Dios, todo lo contrario. El que había muerto era Costello, hacía tan solo unos meses. Esta era la celebración. Bueno, se suponía que sería la celebración de su cuñada y... bueno, su cuñado. Ellos habían sido los que habían tenido que soportar una separación de dos años, dos años en los que la familia ayudó a Clary a cuidar al pequeño Jace (nombre de uno de sus personajes favoritos de esa saga que tanto le gustaba. Esa enana diabólica no cambiaría nunca.) mientras Shane estaba retenido por el abuelo. Bendito fuera el Skype que les permitía hablar y verse, por lo menos, a través de una pantalla.

Después Clare se mudó a Italia con el pequeño y por fin tuvieron la oportunidad de comenzar su familia juntos. Aunque la parte mala era el abuelo. Tuvieron que soportarlo hasta que recientemente, gracias a Dios, había fallecido. Aly nunca pensó que sería capaz de alegrarse de una muerte. Pero hasta lloró de felicidad.

Elena y Mike, inicialmente, regalaron este viaje a la pareja que tanto se había sacrificado por la familia. Shane y Clary se merecían la luna de miel que no habían podido tener.

El problema estaba en que Jace había cogido la varicela. Y siendo el niño de cinco años más sobreprotegido del mundo, sus padres se habían negado a dejarlo con los abuelos. Así que el viaje pasó a manos de la segunda pareja más arriesgada.

Zac pasó las manos por la barriga de su chica y las movió hasta entrelazar sus dedos con los de ella. Alyson salió de su ensoñación.

De verdad, todo lo que había ocurrido le parecía aún más increíble estando en esa selva paradisíaca.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora