60: EPÍLOGO

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Qué sensación más extraña, terminar de escribirlo.

No podía dejar de escribir, de ahí que sea tan largo, pero es que no quería que terminara, no quería darle un final.

Pero ha llegado, aquí está, después de tantos años... No sé ni qué pensar. Va a ser todavía más raro el pasarlo de la carpeta Proyectos pendientes, a la de Proyectos terminados.

Este es mi bebé, y espero que os haya gustado. (y arriba Zac con su propio bebé, me encanta con el pelo largo también, grr)

¿Qué viene ahora...?

Bueno, eso habrá que verlo.

Gracias por estar conmigo hasta el final

Mucho amor <3

.



–Pero bueno, qué marido más guapo.

Leroy se giró al oír su voz y, no importaba cuántos años pasaran, seguía siendo una de las chicas más hermosas que había visto en su vida.

–Los 30 te sientan estupendamente, Alysse. Y el embarazo también.

Ella torció el gesto y un mechón ondulado se soltó del recogido que llevaba y se coló en mitad de su rostro.

–Tengo 28 y lo sabes. Además, es de mala educación hacer comentarios sobre la edad de una dama.

Leroy se acercó a ella, atrapó el mechón fugitivo y lo guardó detrás de su oreja. No quitó la mano de su cara, la llevó a su barbilla para acercarla a él y dejar un beso en su frente.

–Tómatelo como un cumplido, ma chérie.

–Eres tan dulce –repuso la chica con una risita.

Ambos escucharon el ruido en el pasillo y supieron automáticamente qué ocurría.

Alyson puso los ojos en blanco, pero su sonrisa se ensanchó al mismo tiempo.

–Ahí vienen –dijo bajo su aliento.

Un terremoto formado por dos cabezas rubias entró en la habitación. Uno de los pequeños diablos se enganchó en la pierna de Leroy.

–¡Dada! Freddie no deja de tirarme de la pajarita.

–¡Mentira!

–¡Vedad! –apostilló el primer demonio.

Leroy cogió a Henry, que le abrió los brazos dejando de aferrarse a su pierna, y lo alzó muy alto. El pequeño se echó a reír. Era adorable, todo rizos rubios, pecas y ojos de un azul súper brillante. El pequeño se echó a reír, resaltando sus hoyuelos.

De verdad, no había un niño más mono que él.

–¿Qué ha pasado, Henry?

–Pues, pues, Freddie tiene envidia poque mi pajarita es adul. Pero es que me queda bien porque mis ojos también son adules. Y sus ojos son color popó –el pequeño se llevó la mano a la boca, riéndose adorablemente de su propio chiste, ignorando las protestas de su hermano mayor.

–¡Mis ojos no son color caca! ¡Mamá!

–Hen, los ojos de tu hermano son de color chocolate.

Henry miró a Leroy con esos ojos chispeantes bien abiertos, apoyando sus pequeñas manos en el cuello del hombre.

–Dada, ¿a que mis ojos son más bonitos que los de Freddie?

–Hen, sabes perfectamente que ese no es tu "Dada" –le reprendió su madre.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora