36: El amor nos salvará

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Alyson arriba, qué mona ella

XXX

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–Buenos días, guapo.

Alyson entró en el baño de buen humor aunque era temprano, con una sonrisa de oreja a oreja. Cogió un peine y empezó a pasarlo por la maraña que era su pelo.

Zac estaba ahí lavándose los dientes, por lo que le devolvió el saludo arqueando las cejas con gracia y guiñándole un ojo a continuación. Aly no había conocido a nadie que pudiera guiñar tan bien. Hacía que se quedara sin aire solo con ese gesto.

Y, además, su aspecto de recién levantado era altamente follable.

Oh, Dios, ella no había pensado eso. Su propio reflejo abrió mucho los ojos, una representación gráfica de su sorpresa interna. Zac, a su lado, la miró a través del espejo con curiosidad. Escupió en el lavabo y se enjuagó la boca, pero no hizo ningún comentario. Simplemente se agachó y le plantó un beso cariñoso en la frente.

Alyson captó la vista de su manzana de Adán, y tuvo que resistir el impulso de besarla. Pudo oler la fragancia natural del chico más el toque mentolado de su aliento. Su piel comenzó a hormiguear. Quería tocarle.

Por todos los santos, ¿qué le había hecho? La había convertido en una pervertida ya de buena mañana.

–¿Has dormido bien sin mí en tu cama? –preguntó Zac, enfatizando las últimas palabras con una sonrisa traviesa de su marca registrada.

La boca de Aly formó una O perfecta. Pero no pudo evitar acabar riéndose.

–Qué descarado eres –murmuró mientras dejaba el peine en su sitio con el vestigio de una sonrisa en la boca–. Para tu información, sí. Tenía más espacio.

Zac le devolvió la sonrisa. Levantó una mano y le metió un mechón de cabello detrás de la oreja. A Alyson se le erizó la piel de la nuca.

Vamos, bésame ya.

–Bueno, también está el hecho de que yo no te habría dejado dormir –replicó él, inclinándose para decirle esto al oído.

El chico tenía toda la razón.

Había pasado una semana exacta desde que ella y Zac lo hicieron por primera vez. Y no habían dormido exactamente desde entonces, sino todo lo contrario. Aly suponía que era cosa de tiempo que esta pasión disminuyera, aunque fuera un poco. No podría aguantar el ritmo mucho más.

Durante la semana también lo habían hecho en cualquier momento disponible. El lunes, la casa se había quedado sola de nuevo, y lo hicieron tantas veces que Zac tuvo que ir a por otra caja de preservativos. Y volvió con condones para toda la semana. Más bien, para el resto del año. Con eso lo digo todo.

Las sesiones de estudio habían sido imposibles de llevar a cabo. La tensión sexual era demasiado alta. Jesús, parte de ella casi habría preferido que Zac saciara con otra chica las ganas de meses de abstenerse a tener relaciones sexuales. No, mentira total. Le ponía furiosa tan solo la idea. Y en verdad le encantaba que él estuviera así por ella. Siempre listo para la acción, como ahora.

Chistó, dándole un toquecito en la nariz con el dedo índice.

–Eh, que tenemos clase.

Zac bufó, expresando su disgusto. La vista de Aly se desvió ipso-facto hacia sus labios fruncidos.

–Menos mal que es viernes por fin.

Él esbozó una sonrisa en respuesta y la rodeó con los brazos casualmente, arrimándola a su cuerpo. Saborearon el abrazo unos momentos.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora