Extra: Latidos

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Heeeeey, este es el primero de los extras de Leroy, una vuelta al pasado, y hay más, van a diferentes puntos de su relación y no van en orden.

Este es uno de mis favoritos :)

Si hay algo que queráis ver de ellos... Sois libres de pedirlo. Espero que os guste.

XXO

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Leroy vio a la chica hablando por teléfono al otro lado de la habitación. Su expresión era tan triste que el muchacho la compadeció unos instantes, antes de pensar que era una idiota.

Era su cumpleaños y su padre y tutor del joven había alquilado ese local para que lo celebrara con sus amigos. Así que, ¿por qué, en vez de estar alegre, se apartaba en un rincón sin despegarse del teléfono? Era una pregunta retórica. Él sabía bien la razón. Vivía con ella, después de todo, y las paredes eran como de papel. La había escuchado llorar noches antes, tan desconsolada que estuvo a punto de ir a ofrecerle apoyo. Se contuvo, de alguna forma. Ella se lo había buscado.

Seguramente ahora estaba hablando con ese novio suyo. Bernard, o algo así. Nombre de maricón. Leroy no lo recordaba. Aunque tampoco le importaba demasiado. Le caía mal ese chico. Había engañado a Alyson con otra muchacha del pueblo, mucho menos agraciada. Él no lo entendía. Teniendo de novia a una chica tan perfecta, ¿por qué se enrollaba con una peor? Bueno, en ese pueblo tan pequeño tampoco había mucho donde elegir. Aun así Alyson era la más hermosa, y su corazón era tan grande como su belleza. Seguramente el chico, Bernie o como fuera que se llamaba, no había sabido valorar eso. La única pega que Leroy podía encontrarle a Alyson era esa estupidez de la castidad. La chica tenía bien metida en la cabeza la idea de llegar virgen al matrimonio. Si no fuera así, Leroy ya habría intentado algo con ella. Pero era demasiado inocente. En un aparte, podía entender que Bertrand hubiera ido a buscar fuera lo que no le daban en casa. Era bien sabido que la joven con la que había puesto los cuernos a Alyson no era conocida por tener las piernas cerradas.

El pueblo era tan pequeño que se corrió la voz antes de que el novio de la muchacha pudiera confesárselo. Hacía ya varios días, la pareja se encerró en la habitación, que estaba pegada a la de Leroy, y discutieron durante horas. Leroy estuvo a punto de echar la puerta abajo, pero Alyson le había dejado claro que no quería que se entrometiera en su relación. Leroy demostró desde el principio su desagrado hacia el novio de la que era como una hermana para él. Benôit era tan adecuado para Alyson como él mismo. Leroy apoyaba a la joven tanto como podía, pero si quería actuar como una inútil cegada por amor, allá ella. Él no podía hacer más. Y eso le enfurecía. Les había oído pelearse. Y reconciliarse después de eso. Y casi había irrumpido en la habitación para partirle la cara a ese subnormal. No merecía a Alyson. Pero ella lo perdonaba todo. Siempre. A todo el mundo.

Incluso una infidelidad. Y también perdonaba a su novio por irse de fiesta a un pueblo vecino con sus amigos en vez de pasar su cumpleaños con ella. Era tan buena que a Leroy le daban arcadas. Le dio un trago a su ron con Coca-Cola para quitarse el mal sabor de boca. Estaba abusando aquella noche. Había fumado marihuana con sus amigos en un callejón y ahora iba por su séptimo cubata. Menos mal que era resistente al alcohol. El cuerpo acaba acostumbrándose a la mala vida. Esto tenía que hacerlo a escondidas de los padres de la chica, claro. Pierre Aimable era el sacerdote de la iglesia del pueblo, y Charlotte Aimable era tan creyente como él. Por algo era profesora de religión en el instituto. A él le daba igual, mientras no le pillaran. Sabía que Alyson no le delataría.

Leroy intentó concentrarse en lo que Giselle, la chica de un pueblo vecino que era su ligue esa noche, estaba diciéndole al oído. No pudo. Así que se bebió de un trago lo que le quedaba en el vaso y la mandó a por más. Lo bueno de ese tipo de chicas, es que actuaban como su putita personal en todos los sentidos.

Cuando el cielo baja al infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora