Solo que Leroy y Costello no venían juntos.
Ciertamente, todos pensaron lo contrario al principio. Hasta que los recién llegados avanzaron y quedó al descubierto el arma pegada a la espalda del muchacho.
Detrás de ellos, todo un séquito de guardaespaldas con cara de malas pulgas.
–Traigo a vuestro perro –fue el saludo de Costello–. Se os había escapado.
Leroy estaba destrozado. Tenía moratones y unas marcas que parecían quemaduras por todo el cuerpo. Su labio estaba roto y no podía abrir bien un ojo, rodeado de sombras.
Alyson avanzó automáticamente hacia él y de repente tenía como cuatro pares de armas apuntándola. Zac no tardó ni un segundo en cobijarla tras su espalda.
–Otra vez no... –le escuchó gruñir Aly.
Ella pensaba lo mismo.
Las piernas le temblaban tanto que no sabía cómo conseguía mantenerse de pie. Se agarró al brazo de Zac, notando sus bíceps más duros que nunca por la tensión.
El chico le echó una mirada por encima del hombro. Ella sabía que él también estaba de los nervios, pero vio en sus ojos el esfuerzo por tranquilizarla y le amó por ser su roca. Ella también quería ser la de él.
Contra todo pronóstico, fue Elena la que desenterró el hacha de guerra.
–Eres un mentiroso. Y un traidor. No eres mi padre.
Costello se quedó como si nada. Claro que él no sabía de los documentos, así que Elena los agitó ante su cara.
–¿Quieres que los lea en voz alta, padre? –inquirió, roja de rabia, escupiendo la última palabra en italiano.
Costello siguió sin reaccionar.
Pasaron unos segundos y finalmente se movió. Con un par de palabras y un gesto, los guardaespaldas se les echaron encima.
Se desató la locura.
Hasta ese momento Clary había estado más callada que nunca, pero se recuperó. Echó a correr por la habitación como un demonio. Aunque el único demonio que había en la sala era Costello. Tres guardaespaldas comenzaron a perseguirla, intentando acorralarla. Shane trataba de llegar a ella también.
Los matones la arrinconaron en una esquina, sin escapatoria. Cuando uno alargó la mano hacia ella, Clare le mordió y el hombre convirtió la mano en un puño.
–¡No! –fue el grito desgarrador de Shane, al que los otros dos retuvieron.
Zac perdió la cordura cuando vio que el matón levantaba el puño y se disponía a pegar a su hermana. Le pegó una patada con todas sus fuerzas al guardaespaldas que tenía delante y salió corriendo hacia ella.
–¡Está embarazada! –chilló Alyson con toda la fuerza de sus pulmones.
La escena se congeló. El puño del hombre también.
Alyson estuvo a punto de suspirar. Por lo menos algo de decencia tenían. Respiró hondo, intentando recuperarse del arrebato.
Todos los ojos estaban clavados en Clary, quien comenzó a gimotear mientras asentía frenéticamente.
Los ojos se movieron hasta Costello.
Éste estaba impertérrito como siempre. Pero alzó una mano y una sonrisa diabólica le cruzó la cara.
–Enhorabuena –la felicitó, aunque sonaba de todo menos contento–. Un nuevo miembro de la familia. –dirigió una mirada calculadora a Shane– ¿Eres el padre?
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Cuando el cielo baja al infierno.
RomansaTípica historia en la que una chica buena conoce al chico malo. ¿O no tan típica...? Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas y Alyson lo ha aprendido a base de bien. Ha cruzado todo un océano y ha aceptado una propuesta (no demasiado...