CAPÍTULO 10

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Desbloqueé el móvil y abrí Instagram. El vídeo era breve pero preciso. La cámara enfocaba mi taquilla con la frase escrita "You're a bitch." Y alguien de fondo, con una voz distorsionada por el helio, probablemente de haber inhalado por la boca el aire de un globo, preguntaba y se auto respondía: "Who's a bitch? Alexia's a bitch" (¿Quién es zorra? Alexia lo es.) después irrumpían risas igualmente distorsionadas por lo que me parecía que era bastante improbable presentarlo como prueba incriminatoria delante del director. Lo vi una vez, después otra, y otra más, no sé si le daba al play en busca de una pista que acusara directamente a Julia o simplemente era un acto de masoquismo. Pero entonces, cuando volví a darle al play por décima vez, no se reprodujo más. Daba error. Parece que alguien lo había eliminado, menos mal que soy una chica precavida y había grabado la pantalla.

—Alexia, voy a recoger a tu hermano, ¿vienes conmigo o te quedas?
—Voy. Dame cinco minutos.
—Está bien, date prisa.

Abandoné el libro de Geografía e Historia en la mesa, me quité las zapatillas de andar por casa, me puse las Vans, me dirigí al armario, cogí la primera chaqueta que pillé, regresé a la mesa a coger el móvil, salí por la puerta de la habitación y llegué al salón, que es donde se encontraba mamá parada frente al ordenador portátil, parece que hacía más vida ahí, sentada en esa mesa de salón que en cualquier otro rincón de la casa.

—Ya estoy lista.
—No se te olvida nada, ¿verdad?
—No que yo sepa.
—¿Estás segura? ¿Has bebido agua? ¿Fuiste al baño?
—Mmmm. No. Espera. —Mamá sabía que mi vejiga no era precisamente un depósito grande para almacenar ni la mitad de un litro. En cuanto al agua, parecía que mi organismo tenía un detector de lejanía, era salir de casa y entrarme la sed.

—Ya estoy. Ahora sí. Podemos irnos.
—Vamos. —Mamá se terminó de abrochar la chaqueta, agarró las llaves del coche del recibidor de la entrada, las metió al bolso y salimos de casa.

No llevábamos ni diez minutos de camino cuando mamá pareciera que tuvo una Epifanía por la expresión de su rostro. Entonces sin dejar de mirar hacia la carretera y con las manos bien colocadas en el volante dijo:

—Ale, cuando lleguemos a casa recuérdame que te de la autorización para la excursión.
—¡Es verdad! ¡Lo había olvidado por completo! Espero no olvidarme cuando lleguemos a casa mamá. —Respondí.

Mamá aparcó el coche y yo me bajé para ir a buscar a Alex mientras ella se quedaba en el coche revisando su correo en el móvil. Parecía que todavía no salía, estaba tardando más de lo normal. Así que me dirigí al campo de fútbol sin ver venir lo que me encontraría. Caminaban hacía a mi en grupo aunque estaban bastante alejados de la puerta aún, todos se reían, intuí que alguien había hecho una broma. Por orden de fila y de izquierda a derecha se encontraban: Tony, Alma, Alex y Aída. Aída le golpeaba el brazo a mi hermano como diciendo: "Mira que eres tonto." mientras que Tony miraba a Alma y ésta miraba el móvil con la vista clavada en él como esperando un mensaje importante.

—Es tarde. —Dijo Alma con tono preocupado.
—¿Quieres que te acerquemos? —Preguntó Alex.
—No te preocupes, viene mi padre. Me ha dicho que en cinco minutos está aquí.
—Está bien, nos vemos entonces. —Se despidió de ella dándole dos besos, después hizo lo mismo con Aída.
—Adiós tío, hasta mañana. —Le estrechó la mano a Tony y acto seguido subió al coche.

¿Qué hacía Alma en uno de los entrenamientos de mi hermano? ¿Desde cuando ella y mi hermano eran amigos? ¿Sería la novia de Tony? ¿O tal vez se habían conocido el verano pasado cuando Alex empezó a trabajar en la clínica del Doctor Salinas? La cabeza me daba vueltas, las preguntas iban a la velocidad de la luz, eran imparables. Tenía muchos interrogantes por descubrir y sabía que no iba a ser tarea fácil debido a que parecía que todos a mi alrededor tenían vivencias que esconder. Pero tenía un plan, y si el destino no se encaprichaba conmigo y me lo hacía añicos, por fin descubriría con quién salía Alex. O eso creía. Entré al cuarto de Alex sin llamar a la puerta, no acostumbraba a hacerlo pero él lo había hecho antes y yo tenía que hacer lo propio.

Fuera de lugar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora