Entonces desperté de aquella pesadilla. Se sentía como un Deja Vù, Julia volvía a ser omnipresente y para ser sincera me aterraba. Había pasado tanto tiempo desde nuestra ruptura que lo tenía asumido y superado. Algo me decía que no se libraría fácilmente de Hannah y yo no podía quedarme toda la vida esperándola por más que la quisiera. Y la semana pasó volando. Todo parecía ir viento en popa. Julia había pedido el permiso para visitar a su medio hermano en la cárcel y aunque no sabía si había usado aquello de excusa para acercarse a mí, la verdad es que tampoco me importaba, ya que había conseguido lo que quería y ella, por su parte, a su vista también. Me las había ingeniado para hacerla creer que Tony no me gustaba y que ya había dejado de quedar con él. Fuera del instituto no creo que me siguiera, pero dentro, cada vez que él se me acercaba yo me distanciaba solo para satisfacer su vista. Claro que, lo había hablado antes con él, y él estaba de acuerdo. Las excusas baratas que siempre ponía nunca fallaban. <<No nos pueden ver juntos en el insti porque la profesora de inglés hace yoga con mi madre y no quiero que se entere por ella.>> Era mentira, pero Tony se creía todo si venía de alguien que tenía cara de niña buena como yo. Y por fin llegó el Jueves. Aquella tarde mamá me había dejado sola la casa, ya que había salido con Charlie. Así que aproveché para decirle a Tony que viniera. Nuestra relación había avanzado tanto que ya no me sentía forzada a hacer nada con él, todo lo que hacía era porque me nacía. Nos pusimos a ver una película romanticona en el salón, obviamente elegida por mi: A tres metros sobre el cielo, por supuesto con sus respectivas palomitas. Jamás pensé que a un chico le pudiera gustar tanto una película de ese género, tal vez era porque él era igual de romántico que yo. Cuando terminamos de ver la película, yo seguía apoyada sobre su hombro, entonces Tony giró el cuello para mirarme y pronunció:
—Yo te llevaría por lo menos a seis metros sobre el cielo. No pude evitar sonreír al escuchar aquello, así que me incorporé y mirándole pregunté:
—¿Ah, sí? ¿Y cómo se supone que lo harías? Tony se quedó pensativo por unos segundos, luego respondió:
—Tengo dos opciones en mente. Una es mejor que la otra. ¿Cuál quieres? ¿La buena o la mejor? La respuesta era fácil: la mejor.
—¿A ti que te parece? —Ladeé la cabeza a la par que lo miraba como diciendo: <<¿En serio no sabes cuál escogería?>> Tony se rio y añadió: —Sé cuál escogerías pero quería escuchártelo decir.
—¿Cuál es la mejor? —Insistí.
—Esta. —Y tras decir aquello se acercó y me empezó a besar con delicadeza, y yo le seguí el beso. Acto seguido se quitó la sudadera de una manera fugaz y retomó el beso de nuevo, entonces llevó sus manos al botón de arriba de mi camisa y empezó a desabrocharlo, y así hasta que llegó al de abajo, una vez que estaba desabrochada yo misma me la quité y la tiré, en seguida puso sus manos en mi espalda y me desabrochó el sujetador, me quitó con delicadeza ambos cordones y una vez que me lo quitó, estiró su brazo y lo dejó caer, después empezó a besarme el cuerpo empezando por el ombligo hasta terminar en mi cuello sin pasar por alto mis senos. Cuando hubo acabado bajó y me desabrochó el botón del jean junto con la cremallera, entonces yo me tumbé para dejar que me los sacara, después de que lo hiciera, me incorporé e hice lo mismo que él había hecho, empecé a besarle el torso fornido por ambos lados. Y fue ahí cuando me percaté que tenía una cicatriz de unos cinco centímetros en la parte inferior izquierda del abdomen. Pero aquella marca no me impidió seguir con mi cometido, seguí besándole hasta acabar de nuevo en su boca. Mientras nos besábamos pude sentir cómo sus manos desabrochaban su jean y antes de que se deshiciera de ellos pude sentir cómo metió la mano en el bolsillo para sacar el condón. Ahora estábamos los dos de pie, ya que nos habíamos incorporado para que a él le fuera más fácil quitarse los vaqueros, una vez que lo hizo, posó la protección en la mesita del centro, me giró con delicadeza y con la misma maña me hizo caer en el sofá de forma que quedé sentada, entonces bajó hacia abajo de nuevo y con ambas manos fue tirando hacia abajo lentamente de mis bragas, después me levanté para ayudar a que me las quitara, una vez que éstas ya no estaban en mi cuerpo sino en su mano, las empuñó y las lanzó al vacío. Y sonriendo metió su lengua en mi cueva y cuando estaba apunto de alcanzar el clímax sonó el timbre. En ese mismo instante Tony paró y me miró como esperando una indicación de mi parte.
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Fuera de lugar
Novela JuvenilAlexia es una estudiante sobresaliente que pasa desapercibida en el instituto, hasta que se descubre el suicidio de Erick Gómez, ahí su vida da un giro de 180 grados. Empieza a ser vista por la despiadada Julia, la cual se encargará de hacerle la vi...