CAPÍTULO 8

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—¿Viste ayer La casa de los Secretos? —Preguntó Tyara mientras se disponía a dar un mordisco al bocadillo.
—Jamás vería ese programa, va en contra de mis principios, el chisme no me aporta ningún conocimiento cultural y además la vida de los famosos me trae sin cuidado, que hagan lo que quieran, total, a mi no me afecta en nada. —Esa era la respuesta que me hubiese hecho sentir conforme conmigo misma, pero como era la primera vez que socializaba en el recreo, me contuve. No quería fastidiarlo el primer día, sobre todo porque a mí me había invitado Tyara y ella era otra integrante más del grupo a la que tenía que caer bien. Habíamos coincidido varias veces en inglés como compañeras y de repente un día me sorprendió con la pregunta. No sé si era porque de verdad le caía bien o solo se regía por el interés. Y no me juzguéis antes de tiempo, porque no estoy lanzando un prejuicio, estoy hablando con una base. No sería la primera vez que alguien se acercaba a mí por interés. Y para mi desgracia, si resultaba ser cierto, sé que tampoco sería la última. Yo quería creer que no atraía a la gente interesada, de hecho, en más de una ocasión cuando alguien se me acercaba me hacía la ciega, pero pasado un tiempo sus actos me devolvían la vista y era casi inevitable no ver que solo me estaban utilizando para su propio beneficio. Tal vez por eso cerré mi corazón, tal vez por eso no confío en nadie que aparente tener buenas intenciones, porque sé que al final las buenas intenciones acaban transformándose en malos ratos. Y yo ya tengo cubierto el cupo de malos ratos con creces por el resto de mi vida. La muerte de los abuelos, la separación de mis padres, la misteriosa muerte de Erick y los constantes ataques de Julia.No me hacen falta más. Así que en vez de responder como me hubiera gustado me hice la tonta:

—No lo conozco, ¿de qué trata?
—¡Qué dices! ¿En serio no lo conoces? ¡No me lo puedo creer!
—Perdón, es que la casa y los estudios me absorben por completo, y el poco tiempo que me queda lo dedico a leer y a veces a escribir. ¿Pero qué es lo que pasó? ¿Quieres contarme? —Me hice la interesada.
—No, ya da igual, déjalo. Además no lo entenderías...

Juro que en aquel momento iba a pedirle perdón porque presentí que le había hecho sentir mal con algo que había dicho, pero cuando me dijo que no lo entendería, subestimándome tan descaradamente, más que ganas de pedirle perdón me dieron ganas de mandarla a freír espárragos, pero de nuevo volví a morderme la lengua y pegué el último mordisco al bocadillo.

—Oye Alexia, tu hermano está como un tren, ¿Crees que tengo alguna posibilidad de salir con él? —Stefany suspendió mi ira en el aire para devolverme a mi hábitat natural: el sarcasmo.
—Por supuesto que sí Stefany, es más, siempre me pregunta por mis compañeras de clase, dice que a cuál de todas podría llevar como pareja al baile de fin de curso, que las chicas de su clase le aburren, parece que mi hermanito tiene cierta inclinación por las chicas menores que él, estás de suerte. —Y de nuevo es lo que hubiese amado responder, era mi esencia en estado puro, pero opté por abrazar la sensatez más sutil y en su lugar solo respondí:

—No lo sé, Stefany. Puede que sí. No estoy al día de las conquistas de mi hermano, pero revisaré su agenda para darte una respuesta más precisa si te parece bien. —Sonreí forzadamente.
Lo cierto era que sabía que salía con alguien pero si él lo ocultaba, ¿quién era yo para gritarlo a los cuatro vientos? Sabía que mi hermano era bastante atractivo y la razón de ello no era precisamente el hecho de que en cada curso siempre se me arrimaban las chicas con intenciones camufladas para ver si yo les podía hablar bien de ellas a él y así poder llegar a tener una cita con él. No, era porque no estaba ciega, y creedme que si no fuera porque era su hermana, yo también le hubiese echado el ojo, tirado la caña y con mi perspicacia no tenía ni un ápice de duda de que él hubiese picado el anzuelo. En aquel momento quería creer con todas mis fuerzas que Stefany no tenía nada que ver en que Tyara me hubiese invitado a compartir con el grupo aquella mañana de recreo, quería creer que ella no era tan manipulable como lo era Alma para Julia, quería cerrar los ojos y creer que la bondad no era un rasgo que se estaba extinguiendo en la humanidad. Pero entonces Stefany volvió a la carga.
—Bueno, pero...¿Podrías hablarle bien de mi, no? —Insistió. Debo admitir que era muy tozuda y hasta empezaba a ser un poco fastidiosa. Al ver que yo no respondía, Tyara la miró como diciendo: "Para ya, no insistas más." Y de nuevo hice la vista gorda a la situación.
—Sí, claro. ¿Qué quieres que le diga? ¿Que has manipulado a Tyara para que me lleve hasta ti y te consiga una cita con mi hermano? ¿Te parece bien que le diga eso? —Hubiese sido magnífico haberle respondido así, y se lo dije, solo que omitiendo el dato que implicaba a Tyara.
—Pues no sé, dile que nos hemos hecho amigas y que soy una tía que te parece bastante cool. Lléname de elogios para que me tenga en buena estima. Ya sabes a lo que me refiero. —Me guiñó el ojo derecho.
—Veré que puedo hacer. —Empecé a caminar hacia la siguiente clase dando la conversación por finalizada. No tardó en llegar Jhon, el profesor de matemáticas, no le gustaba perder el tiempo, tan rápido pasaba lista, se hacía silencio y empezaba la clase.

—La probabilidad y la estadística se encargan del estudio del azar desde el punto de vista de las matemáticas.—Su monotonía me incitaba más a dormir que a seguir aprendiendo. —La probabilidad propone modelos para los fenómenos aleatorios, es decir, los que se pueden predecir con certeza, y estudia sus consecuencias lógicas. —Hizo una pausa breve. —Mientras que la estadística ofrece métodos y técnicas que permiten entender los datos a partir de modelos.—Siguió con la lección. —No he hecho un análisis exhausto que reflejen estadísticas fiables pero estaba cien por ciento convencida que con esa pesadez con la que impartía las lecciones el noventa y nueve por ciento de sus alumnos caería rendido en un sueño profundo. ¡Qué ganas de que acabe ya! —Medité.
—Y eso es todo por hoy. No olvidéis hacer los deberes, sobre todo tú Kevin. —Le echó una mirada que se dejaba leer, que revelaba sus pensamientos, una mirada que decía: "A ver si espabilas y te pones las pilas de una vez."

Kevin era el típico vago de clase que siempre estaba metido en problemas. Le buscaba la boca a cualquiera con tal de conseguir pelea, y todas sus víctimas acababan cayendo ante sus trampas y, muy mal paradas. Ojos morados, boca hinchada, narices y costillas rotas, brazos vendados...En resumen, toda una joyita. Era el peculiar chico grande que abusaba de los demás porque sabía que ganaba en superioridad, no se juntaba con nadie, siempre iba a su rollo. Por eso era la clase de chico con la que jamás se me pasaría por la cabeza juntarme, ni siquiera para tenerlo como aliado y acabar con Julia de una vez por todas. Cuánto más lejos de él, mejor. Entré al baño sabiendo que Stefany estaría allí, posiblemente con Tyara y Emma porque le acompañaban a todas partes, ya que siempre usaba tres de los cinco minutos que teníamos para el cambio de una clase a otra para ir a retocarse el maquillaje y el pelo.

—Stefany, tenemos que hablar...
—Claro, ¿qué quieres, Alexia? —La expresión de su rostro me recordó a la de su hermana y no pude hacer nada por evitar hacer una mueca de desagrado.
—Tú y yo. —Enfaticé, dándole a entender que las demás tenían que irse.
—Chicas. —Las miró e inclinó la cabeza en dirección a la puerta.
—Ya estamos solas, dime qué quieres.
—Quiero hacer un trueque.
—¿Un trueque? —Preguntó desconcertada.
—Sí. Favor por favor. Yo le hablo a mi hermano bien de ti pero a cambio quiero que hagas algo...—Sonreí maliciosamente.
—No me sorprende que mi hermana se meta contigo, eres un mal bicho, dime, ¿qué pretendes conseguir manipulándome?
—¡Mira quien habló, la reina de la coacción! ¡Pero si eres igual que tu hermana, qué atrevida! Bueno, a lo que vamos. Quiero que me cueles en la fiesta de cumpleaños de tu hermana. ¿Podrás hacerlo?
—¡Por supuesto que sí! Pero entonces no me bastará con que le hables bien a tu hermano de mi, quiero algo más...—Levantó una ceja.
—¿El qué? —Respondí intrigada.
—Una cita.
—¿¡Una cita!? ¿¡Pero qué se creía!? ¡Tú estás loca! Stefany Smith no era digna ni de mirar a mi hermano y...¿¡¡ya me estaba pidiendo una cita con él!!? —Si fuera por mí le hubiese soltado a metralla todos esos pensamientos, pero tenía que pensar a futuro, si quería que ella me ayudara con mi pequeña venganza debía acceder a sus deseos.
—Está bien, trato hecho. —Extendí el brazo derecho con la mano estirada esperando a que ella hiciera lo mismo para cerrar el acuerdo.
—Trato hecho. —Me estrechó la mano.

Ya tenía el principio de mi vendetta en marcha aunque con un gran problema añadido: ¿Cómo conseguiría que mi hermano accediera a tener una cita con Stefany? Algo se me ocurriría, me las ingeniaría como sea.  El caso es que Julia jamás pensaría que aparecería en la fiesta de su cumpleaños para arruinársela por completo. Era cuestión de días que me odiase más de lo que ya lo hacía. Pero ella se lo había buscado, así que mi conciencia estaba tranquila. No tenía ningún dedo acusándome en lo que a esa situación concernía. Pero sí que había una cosa que me quitaba el sueño cada noche: ¿Se podía haber impedido de alguna manera el suicidio de Erick si alguien le hubiese parado los pies a Julia?

Fuera de lugar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora