CAPÍTULO 45

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—¡Qué nervios! —Dijo Tyara mientras apoyaba sus manos fuertemente, una en mi muslo y la otra en el de Stefany. Todas estábamos sentadas en el banco esperando a que el profesor llegara y ella se encontraba en el medio de ambas.
—Relax! Take it eaaaaaaaasy! (Relájate, tómatelo con calma) —Stefany empezó a cantar la canción de Mika burlándose a la vez que la respondía. Tyara la miró con cara seria.
—Claro, a ti te da igual, porque si suspendes tu padre hace algún chanchullo y automáticamente apruebas. Pero el resto de mortales tenemos que estudiar y aprobar. Stefany le dio una colleja en la nuca a la par que decía:
—Cállate, estúpida. Además, mi padre tiene poder pero no tanto. —Argumentó. Al escuchar aquellas palabras lo primero que pensé fue: <<Será porque no eres su favorita.>> Entonces Tyara respondió:
—Tu padre es el Zeus de este Olimpo. Si te quieres engañar, tú misma, pero a los demás no nos engañas.

En aquel momento vimos cómo los demás entraban a clase y las tres nos levantamos para hacer lo propio. No había ni rastro de Julia, al igual que de Hannah. Aunque aquello era un tanto sospechoso, yo confiaba en Julia. Tal vez estaba haciendo algo totalmente diferente a lo que mi mente sucia pensaba que estaba haciendo. Una vez estuvimos todos en nuestros pupitres, el profesor empezó a repartir el examen. El maestro se encontraba explicándonos las partes del examen y el tiempo que teníamos para hacerlo cuando alguien tocó la puerta. Entonces dejando el examen en la mesa, se levantó en dirección a la puerta. Una vez la abrió se escuchó cómo hablaba la otra parte y después de meditarlo unos segundos las dejó pasar. Julia y Hannah entraron y se sentaron en sus respectivos sitios. <<Será casualidad.>> —Me dije para evitar estar pensando en aquella situación y desconcentrarme a la hora de hacer el examen. Hannah se sentó a mi diestra y Julia a mi siniestra. Y mientras el profesor se desplazaba a sus sitios para repartirles los exámenes murmuró:

—Con nuestra química hoy rompemos las leyes de la física. —Y me sonrió. Entonces llegó el profesor, le entregó el examen y le dijo con cara de tener pocos amigos:
—Que sea la última vez que llega tarde a un examen, Señorita Smith. Después giró la cabeza hacia Hannah y añadió: —Y a usted Señorita McDowell le digo lo mismo. <<No lleva ni dos días en este instituto y ya está haciendo un examen. Sin duda el nepotismo aquí no existe. O al menos no con ella.>> —Me dije contenta. En ese momento se desplazó y le dejó el examen sobre la mesa a Hannah de mala gana, ésta asintió con la cabeza y acto seguido volvió a su sitio. Y empezó el examen. Conforme avanzaban las preguntas me parecía más difícil. En una pregunta me estanqué y en vista de que no avanzaba, decidí mirar a Julia, pero ésta no levantaba la vista del examen, escribía sin parar. Así que no me quedó otra opción que tirar el bolígrafo al suelo para que me hiciera caso y me ayudara. Y eso hice. Pero primero me escribí en la palma de la mano derecha: <<need u>> <<te necesito>> Y después, poco a poco fui acercando el bolígrafo al borde a la par que miraba al profesor, después me crucé de brazos unos segundos y con un ligero codazo lo tiré. Al maestro parecía no importarle el ruido que había causado el golpe porque seguía leyendo, pero Julia si se volteó a mirarme. Mientras aún seguía agachada en el suelo, le enseñé discretamente la palma de la mano e hice pucheros. Entonces me levanté, volví a sentarme en mi sitio y vigilando que el profesor no me viera giré el cuello hacia Julia. Ella me negó con la cabeza a la par que sonreía como diciendo que no me ayudaría. Volví a hacer pucheros de nuevo. Su rostro se veía pensativo. Acto seguido parece que se apiadó de mí porque acercó al borde el folio para que tuviera mejor visión y acto seguido lo levantó. Así que empecé a copiar aquella respuesta que tanto me había costado. Una vez lo había hecho, asentí con la cabeza y levanté el pulgar por dos breves segundos. Sabía que aquello tenía un precio, que Julia no haría como si nada, que diría algo al respecto, pero tampoco me importaba mucho, no podía dejarlo en blanco.

—El tiempo ha acabado. Posen los bolígrafos y den la vuelta a sus exámenes. —Advirtió el profesor mientras cerraba el libro que sostenía en sus manos.

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