Fuera de lugar

CAPÍTULO 4

—No tardaré mucho Alexia, ve a la biblioteca, en cuanto termine iré a buscarte.
—Está bien mama, estudiaré un poco y si me da tiempo adelantaré los deberes.

Me puse rumbo a la biblioteca, como de costumbre estaba abierta al público con un supervisor, que no era profesor del centro escolar, era Eloy, un estudiante de universidad que se sacaba un dinero extra para poder pagarse la carrera.

—¡Hola Eloy! ¿Todo bien? —Le saludé como de costumbre.
—¡Hola Alexia! Todo bien, ¿te puedo ayudar en algo?
—Todo bien, tranquilo, ya sé dónde está todo, no te preocupes. —Sonreí y proseguí mi camino. Me senté en la mesa y saqué el libro de educación para la ciudadanía. Y comencé a leer.

<<La identidad es la conciencia de uno mismo, es lo que da respuesta a preguntas como ¿quién soy yo?, ¿qué soy?, ¿cuál es mi papel en la vida?, ¿qué sentido tiene mi existencia>>

Empecé a reflexionar sobre el escrito. ¿Quién soy yo? Alexia Torres, ¿no? ¿Qué soy? Aparentemente una marginada social con la que nadie quiere juntarse. ¿Cuál es mi papel en la vida? Esa la sé, tengo que velar por el bienestar de todos sin que nadie se preocupe por el mío, o eso creo. Ojalá tuviera un papel con más reciprocidad, sería lo justo. ¿Qué sentido tiene mi existencia? Bueno, existo para que Julia se desahogue conmigo, que no es poco ser el saco con el que se desquita una boxeadora profesional.

—Hola Eloy. —Escuché una voz a lo lejos.
—Oh no...—Dejé salir mis pensamientos por la boca.

Pero antes de que tan siquiera me diera tiempo a girar la cabeza para confirmar mi más temible sospecha, la mano izquierda de alguien se posó en mi hombro derecho al mismo tiempo que con su otra mano movía la silla para sentarse a mi diestra.

—Oh sí. Hola Alexia.
—Vaya, qué buen oído tienes. —Pensé. Después la miré por unos segundos pero no respondí, simplemente la ignoré y seguí leyendo a lo mío.

<<En el transcurso de la adolescencia se consolida la capacidad para relacionarse con otras personas y con el entorno social...>> —Subrayé esa frase con un subrayador de color amarillo fluorescente. Y después, casi sin quererlo se me vino un pensamiento un tanto gracioso. 

—Y he aquí, a mi derecha tenemos un claro ejemplo de lo que es socializar de una manera muy eficaz. —Me reí internamente sin dejar ver ni un ápice de satisfacción en mi rostro.
Está claro que a mi me cuesta hacer amigos, pero ella se gana enemigos casi sin quererlo, hay que ver que injusta es la vida, a unos les sale fácil conseguir lo que quieren y a otros, sin embargo, nos llega todo aquello cuanto no queremos. Seguía inmiscuida en mi mundo, divagando en mis ideas como siempre, con la mirada fija en el libro cuando de repente, sin verlo venir ocurrió algo inesperado, la mano de Julia se posó en mi libro, sostenía un bolígrafo y antes de que pudiera movilizar su mano empezó a escribir.

—¿En serio, Julia? ¿Un autógrafo? Ni que fueras Lytos para que quiera que me firmaras un libro.
—No sé quién es Lytos, pero más quisiera él ser como yo. Es para que me tengas presente siempre. —Me lanzó un beso provocador.
—Más quisieras tú ser él. Y no te preocupes, que te tengo presente todos los días, tú te encargas de que note tu presencia, porque en realidad a mi no me importa. —Le devolví el beso.
—¿Ah, no? Pues entonces tendré que hacer que te importe...—Respondió vacilante.

¿Qué estaba tramando ahora? ¿Cuál sería su próxima jugarreta? ¿Qué quería de mi? ¿Por qué no me dejaba en paz? ¿Era porque no estaba acostumbrada a que le plantaran cara como yo? Me inquietaba saber lo que acontecía en ese cerebro tan despiadado y despreciable. Julia era impredecible, nunca sabías por dónde iba a salir, pero siempre tenías la certeza de que no sería nada bueno.