Salí de aquel baño y fui al aula correspondiente. Lo que no sabía era que en aquella hora no iba a dar clase. Estaba el profesor sentado en su respectiva mesa con los alumnos listos para empezar la clase, yo llegaba con la hora justa por culpa de aquellas dos que se habían puesto a hablar en el baño. Me disponía a entrar dentro de clase cuando me di cuenta de que alguien me seguía. Era el director Francis.
—Usted Señorita viene conmigo. Así que quédese aquí. Y me quedé allí parada en la puerta mientras él se acercaba al profesor y le comentaba algo. Después de eso, el profesor llamó a Julia, ésta se levantó y salió por la puerta dándome el encuentro. Acto seguido el director vino y cerrando la puerta tras de sí dijo: Acompáñenme las dos a mi despacho. Y mientras él iba delante, nosotras íbamos un poco más atrás a la par.
—¿Y ahora qué hemos hecho? —Susurró mirándome mientras seguíamos caminando. La miré con cara de: <<¿En serio no lo sabes?>> Y contesté:
—Estamos en este lío gracias a ti. —Murmuré. Mi rostro permanecía inmutable, con la misma seriedad con la que se dirigía a nosotras a menudo el Señor Francis.
—Si a ti te encanta pasar tiempo conmigo, no digas que no. —Y me dio un leve codazo a la par que me lanzaba una mirada cómplice.
—Sí, sobre todo cuando me toca limpiar el aula porque tú te quedas de brazos cruzados. —Volví a responder con la misma seriedad siguiendo con la murmuración. Justo en aquel momento el director que se encontraba parado con la puerta abierta nos hacía el gesto con la mano para que entráramos. Una vez dentro las dos tomamos asiento en esas sillas marrones de antaño tan poco cómodas y el director aún de pie al lado de su silla de jefe absoluto comenzó a hablar.—Ustedes saben por qué están aquí, ¿verdad? <<Porque te apetece que nos saltemos una clase y suspendamos el examen. >> Mi mente maquinó la respuesta a la velocidad de la luz. Pero claro, no podía contestar de tal manera, así que miré a Julia para ver si lo hacía ella. Ella devolviéndome la mirada replicó:
—Aunque fuera adivina no tendría peso en el siglo XXI. Si hubiese vivido en la época de la Mesopotamia antigua me hubiesen valorado más. Así que déjese de rodeos y díganos cuál es nuestro castigo. El director se bajó unos diez milímetros las gafas con el índice sin dejar de mirarla como para intimidarla, o en su defecto, para que se replanteara la respuesta que le acababa de dar.
—¿Cómo dice Señorita? —Protestó Francis.
—Al final va a ser a él a quien le voy a acabar regalando un sonotone. —Julia acompañó aquella ventriloquia con una mirada sarcástica a la vez que se reía bajito. Parece que Francis no llegó a escuchar su burla porque su cara seguía con la misma formalidad de siempre.
—Nada. Julia ha querido decir que si usted es tan amable nos podría revelar el misterioso secreto del porqué estamos en este despacho y no en clase. —Sonreí forzadamente. Francis me miró tolerante y contestó:
—Están aquí debido a su desobediencia. Me preocupa la juventud de la que tanto se jactan, ¿no es muy pronto para que anden perdiendo la memoria? Que yo olvide las cosas me parece razonable, ¿pero ustedes? —Negó con la cabeza varías veces a la vez que se tocaba el mentón.
—¿Y cuál es nuestra pena por ello? —Julia puso los ojos blancos en señal de aburrimiento a la par que se hacía ondulaciones con el índice en el pelo.
—Se quedarán hoy después de clase. Julia arqueó las cejas en señal de asombro como diciendo: <<¿Para qué quieres que nos quedemos?>> Entonces Francis complació sus dudas. Se van a encargar de limpiar las pintadas de los vestuarios. Alguien se tiene que encargar de quitar esa descortesía para que se vean decentes. <<¿Y no ha pensado en contratar a alguien para su correspondiente limpieza? Digo, porque esto ya más que un castigo empieza a ser explotación...>> —Discurrí. Íbamos a regresar al vestuario donde ella me había quitado la ropa. El mismo donde me había visto desnuda. Y el mismo que tenía un montón de pintadas en los azulejos y en las maderas de los asientos. Quería verle el lado bueno a aquello pero no lo veía.
—Orden acatada. ¿Se le ofrece algo más o ya podemos irnos? —Respondí.
—Ya pueden retirarse. —Respondió haciendo señas de que nos fuéramos con moviendo el dorso de la mano hacia nosotras.

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Fuera de lugar
Teen FictionAlexia es una estudiante sobresaliente que pasa desapercibida en el instituto, hasta que se descubre el suicidio de Erick Gómez, ahí su vida da un giro de 180 grados. Empieza a ser vista por la despiadada Julia, la cual se encargará de hacerle la vi...