El último Martes de finales de Octubre era un día diferente al usual todos los años, ya que se celebraba entre las paredes del Valento Sargento el "Fashion Day" Todos teníamos que ir vestidos elegantes para presenciar cómo las modelos presentaban las nuevas prendas de ropa de la marca Twith. Ese día se daban cita en aquel lugar todos los reporteros del país, ya que nadie quería perderse la exclusiva de aquella marca tan mundialmente reconocida. Al principio no entendía cómo algo de semejante calibre se hacía en un instituto normal y corriente como el nuestro, pero después lo entendí; el padre de Julia quería publicitarlo con la intención de ganar más alumnos y obtener así su correspondiente cuota anual. Lo que no llegaba a entender es que siendo un colegio de pago como era aquel, solo teníamos que usar uniforme en clase de Educación Física. Pero tampoco hubiese hecho una huelga para remediarlo, supongo que querían fomentar la libertad de expresión en la vestimenta de sus alumnos, y quién sabe si se inspiraban en nuestros estilos para crear sus prendas. A excepción de aquel día, claro estaba. La imagen del alumnado era un acto de propaganda muy importante, nadie podía ir hecho un pordiosero. Y el que se atrevía a rebelarse contra aquella norma, sencillamente ese día no cruzaba las puertas de aquella institución.
Me desperté antes de que sonara la alarma. Apenas había podido dormir cuatro horas, no sé si era la siesta que había tomado ayer en la tarde-noche o los nervios por ese gran día. Aunque yo no iba a modelar, qué tontería, ¿no? No obstante, tal vez no era el desfile, sino aquella cita que tenía con Julia esa misma tarde. Eran las seis menos cinco de la mañana, agarré el móvil, quité la alarma, y teniendo todo listo me fui a duchar. Una vez estuve bien higienizada, regresé al cuarto y me sequé el pelo. Sabía que mamá era de sueño profundo...¿pero tan profundo? Ni el ruido del secador la despertaba, ahora entendía a quien había salido mi hermano. Eran iguales. Podía caer una bomba perfectamente en la casa, que ellos morirían allí, sin inmutarse en sus últimos segundos de vida de qué habían muerto. Era increíble. Yo era totalmente distinta, además del insomnio fruto de las divagaciones, me despertaba al más mínimo ruido. En cierto modo envidiaba ese sueño tan profundo que ellos tenían. Una vez terminé de secarme el pelo, con el albornoz aún puesto y las chanclas en los pies fui a la habitación de mamá para despertarla, pero ésta no estaba en su cama. Así que bajé corriendo al salón, tampoco estaba allí. Estaba en la cocina haciendo el desayuno. Parecía que alguien había puesto la alarma para levantarse antes que yo.—Buenos días, mamá. —El desayuno ya estaba listo en la mesa. Faltaba la taza de Alex, que aún no lo había servido por razones evidentes. Era muy temprano para él.
—Hoy es el gran día. —Dijo mamá con una sonrisa que dejaba ver sus dientes. Lo cierto es que mamá se emocionaba siempre con todo.
—Ni que fuera a modelar yo. —Le quité la ilusión de un plumazo. Pero mamá no se daba por vencida.
—No vas a modelar encima de la pasarela, pero te aseguro que vas a estar tan guapa que todos van a voltear a mirarte. —Dijo tranquila. A causa de aquellas últimas palabras un pensamiento me recorrió la cabeza de arriba abajo: <<Yo no quiero que volteen todos, me basta con que lo haga ella.>> Pero no le podía expresar mis sentimientos. Al menos no hasta que estuviera totalmente segura de ellos. Así que solo me limité a responder conforme a la autoestima que Tony se había encargado de dejarme:—Si solo soy una chica más, ¿por qué harían algo así? —La desgana era notoria en mi rostro. Mamá se dio cuenta de aquello y como buena madre reiteró:
—He dicho que todos van a voltear a mirarte. —Y levantando la taza de café y moviéndola como se mueve una copa cuando va a brindar y chocar con otra esbozó una sonrisa de victoria. Y yo, aunque sin ganas, hice lo mismo en señal de cortesía. Una vez hubimos terminado de desayunar, mamá se quedó enjuagando la vajilla y yo subí arriba a lavarme los dientes. Tenía que estar lista para que mamá me maquillara y me peinara. Creo que fue a causa de los nervios que no me había dado cuenta que había desayunado en albornoz y chanclas, y mamá, si se había dado cuenta tampoco me había dicho nada al respecto. Después de haberme lavado los dientes, regresé a la habitación y me vestí con aquel conjunto que me encantaba tanto. Mamá no tardó en llegar. Traía un maletín de maquillaje en una mano y en la otra unos tacones. No pude resistirme a dejarle saber mis pensamientos y se lo solté según me vino:

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Fuera de lugar
Ficção AdolescenteAlexia es una estudiante sobresaliente que pasa desapercibida en el instituto, hasta que se descubre el suicidio de Erick Gómez, ahí su vida da un giro de 180 grados. Empieza a ser vista por la despiadada Julia, la cual se encargará de hacerle la vi...