CAPÍTULO 22

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Julia me quedó mirando sin saber muy bien qué responder. Parecía que estaba esperando que dijera algo más, más tarde entendí que quería que explicara la intención de aquellas palabras. Y como yo no decía nada, decidió hacerlo ella, se me abalanzó y me dio un beso en la boca. Yo la alejé rápidamente, puse las palmas de las manos sobre su pecho y la empujé hacia atrás. En vista de que aquella incómoda situación me reveló que claramente había malinterpretado mis palabras añadí:

—Es verdad que me encantas. Pero no "me encantas" en plan de que ahora mismo te haría cuatro hijos, sino de que me encanta cómo piensas y cómo te expresas. Amo tu intelectualidad. Supongo que ese dicho de que <<los polos opuestos se atraen>> no tiene validez alguna en mi vida. A mí me atraen los que saben tanto o más que yo. No medió palabra, su respuesta fue agarrar el cubo e irse, dejándome allí como si hubiese sido yo la que hubiese cometido aquel acto, como si estuviera cayendo sobre mi toda la vergüenza que debería haber sentido ella en aquel momento. Al llegar a aquel aula de nuevo, Julia se encontraba en el fondo, donde se encontraban los espejos, estaba tumbada sobre algunas sillas con los ojos cerrados, las había colocado en fila para poder tumbarse, tenía los cascos puestos y el móvil bocabajo sobre el vientre. Pensé que sería mejor darle su espacio así que me puse a limpiar las ventanas. Primero le quité el polvo a todos los ventanales, tuve que ayudarme de una silla, después mojé la bayeta en agua y empecé a sacarle toda la tierra que tenía y por último con ayuda de otra bayeta le eche el limpiacristales. No quedaron igual que los de un profesional, pero menos daba una piedra. Al terminar me senté al lado de Julia con la intención de intimidarla para que terminara de hacer lo que quedaba. En vista de que no surgía efecto porque que no abría los ojos, me acerqué a su vientre y desenchufé los cascos. No tardó ni un segundo en abrirlos, pero era demasiado tarde, aquella canción inundaba por completo aquella clase.

<<Is it too late now to say sorry?
¿Es demasiado tarde para decir "lo siento"?
'Cause I'm missing more than just your body
Porque extraño algo más que tu cuerpo
Is it too late now to say sorry?
¿Es demasiado tarde para pedir perdón?
Yeah I know that I let you down
Sí, sé que te decepcioné
Is it too late to say sorry now?
¿Es demasiado tarde para decir que lo siento ahora?>>

Aquella letra no pintaba nada bien. Parecía que se estaba flagelando con aquella música, que se estaba castigando por alguna razón que desconocía. Aquella situación me resultaba incómoda, aparentaba tener el corazón roto y estar destrozada, solo que no decía ni una palabra, en vez de expresarlo como debería, hacía todo lo contrario, encerrarse en sí misma ocultando su dolor al mundo. Y siendo sincera yo tampoco tenía ni pajolera idea de qué decir. ¿Cómo se disipa la tristeza de un corazón roto? ¿Existen palabras capaces de hacerte abandonar esa agonía? ¿Es posible deshacerte de ese sentimiento que te carcome hasta los huesos? Yo nunca había estado enamorada pero me imaginaba que tener el corazón roto sería algo así como estar muerto en vida. Así que permanecía allí contemplándola en silencio. Debido a que ella no decía ni hacía nada y yo no podía hacer nada más por ella, decidí mirar por mi.

—¿Vas a terminar de hacer lo que te toca? —Pregunté. Esperaba que respondiera con todos los adjetivos negativos que conozco o desconozco, pero que respondiera. En su lugar se limitó a seguir en silencio. Seguía tumbada con los ojos cerrados mientras la música sonaba de fondo. <<Ya está bien. Si viene otro profesor u otra profesora no sé qué excusa creíble le vamos a poner.>>—Discurrí. Así que agarré su móvil y pare la música.

—Necesito que termines de hacer tu tarea porque si viene otro profesor no vamos a ser capaces de poner otra excusa que nos exonere de otro castigo. —Le devolví el móvil poniéndole en su mano— Después si quieres sigues con tu corazón roto. —Añadí siendo plenamente consciente de que aquellas palabras desatarían la guerra de nuevo entre nosotras, y en cierta manera, me daba un poco igual ya que no había nada que yo pudiera hacer para impedirlo, tras aquel beso en el baño ella ya estaba distante, no tenía nada que ver con la Julia que se había abierto totalmente a mi. Pero antes de que le hubiera dado a Julia siquiera tiempo para responder de cualquier manera el director entró por la puerta. Me acerqué velozmente hacia él con la intención de desviar su mirada e impedir que no viera que Julia se estaba rascando literalmente las narices. Pero no surgió efecto. Mientras estaba a centímetros de él disuadiéndole con sutiles palabras su mirada estaba puesta en Julia. Ella se dio cuenta y rápidamente se incorporó pero ya era tarde.

—Con que os mando a limpiar y estáis aquí de jarana, ¿eh? Haciendo cuánto se os viene en gana, atropellando mis órdenes, pasando por encima de mi autoridad. Les advertí que si veía algún comportamiento ominoso como este pondría en conocimiento de vuestros padres dicha actitud tan sentenciable.
—Pónganos cuantos castigos quiera, pero si se atreve a decirle algo a nuestros padres acerca de nuestro comportamiento me veré en la obligación de poner en conocimiento a la junta directiva del instituto su affair con la profesora Luenzo, seguro que les encantará saberlo, sobre todo a la jefa adjunta la cual resulta que también es la presidenta de dicha directiva, su querida y amada esposa director. —Francis se alarmó, la miró fijamente parecía que cargaba veneno en la mirada, se podía descifrar claramente lo que decían aquellos ojos inamovibles de su blanco, aunque estuvieran detrás de aquellas gafas decimonónicas pronunciaban agresivamente las palabras "me las pagarás." Yo seguía anonada sin salir de mi asombro, más que la intriga por saber cómo Julia había descubierto aquel secreto lo que me daba curiosidad era saber cómo aquella profesora que abrazaba la vanidad con cada acto se había fijado en alguien tan prehistórico como Francis, no tenían nada que ver, eran como el día y la noche, como el frío y el calor. No pegaban ni con cola, y sin embargo, allí estaba Julia revelándome su proximidad. La profesora Luenzo era bastante cuidadosa con su apariencia, a diferencia de él que vestía trajes de antaño, parecía que no se quería desprender de la ropa de su padre. Ella era jovencita, tendría unos treinta años, mientras que él rozaba casi los sesenta. Desde que le había conocido no se había quitado nunca aquellos Quevedos a los que les había incluido patillas, supongo que él creía que aquellos lentes le diferenciaría del resto cuando solo le hacía lucir más ridículo aún. Mientras que si ella lucía gafas no era por defecto de la vista, sino por pura estética y siempre a la última. Así que nunca habría imaginado que la Señorita Luenzo se hubiese metido con aquel dinosaurio. Parecía de todo menos lógico. ¿Pero quién era yo para juzgar nada siempre y cuando no me perjudicara? 

—Terminar de limpiar esto y ya veré cuál será vuestro próximo castigo. —Dijo con total resignación ya que no había nada que pudiera hacer. Julia tenía todo bajo control y a menos que él descubriera algo de ella igual de turbio sabía que esa situación permanecería en el tiempo. Pero era poco probable ya que ella era bien cuidadosa a la hora de ocultar sus secretos. Esa era su táctica. Descubrir los secretos ajenos para extorsionar a los demás teniendo los suyos a buen recaudo para que nunca se diera la situación contraria. Pero lo que ella no sabía era que otros habían dejado escritos acerca de eso, lo que ella no sabía era que yo sabía más de ella de lo que aparentaba saber.

Fuera de lugar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora