CAPÍTULO 34

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Me desperté fruto del terrible ruido proveniente de la calle. El sonido de aquella perforadora eléctrica me taladraba los tímpanos. ¿En serio tenían que hacer aquello un Domingo y en frente de casa? ¿No podían esperar al Lunes? ¿Qué clase de broma de mal gusto era aquella? ¿Dónde estaba la cámara oculta? Apenas había logrado dormir una hora y aquel estrépito me causaba indignación. Y no sería por falta de ganas de decirle cuatro cosas a aquellos albañiles que no salí a la calle, sino porque sentía que había estado tan poco tiempo en la cama que quería seguir acurrucada allí un ratito más. Abajo también se escuchaba ruido, pero era mucho más leve comparado con el del exterior, supuse que era mamá haciendo cosas. Entonces de un momento a otro escuché pasos subiendo las escaleras. Mis neuronas no estaban en condiciones para maquinar una buena excusa, así que cerré los ojos y deseé que mamá no viniera al cuarto en aquella hora. Y así fue, supongo que le bastó con ver la puerta cerrada para comprobar que estaba en casa, porque de nuevo escuché pasos alejarse. A pesar de haber sido una noche agotadora y haber dormido apenas cinco horas y media no pude dormir más, por lo que permanecí tumbada en la cama. Recordé el comentario de Julia nada más despertarme y fue inevitable no reírme. <<Buenos días princesa, ¿has soñado toda la noche conmigo?>> Amaba su ingenio, parecía encajar a la perfección con el mío. Me pregunté si había estado observando cómo dormía durante la hora que me quedé dormida sobre su regazo. Fue inevitable pensar también si me había acariciado la cara o tan solo se había limitado a mirarme. Parece que el destino de nuevo estaba de mi parte, porque la notificación que me llegó respondió a mi pregunta. Era un WhatsApp de un número que no tenía agendado. Por lo que pude ver en la pantalla de las notificaciones mientras el móvil aún seguía bloqueado era una foto, se veía borrosa porque tenía puesta la opción de que las fotos que me mandaran no se descargaran inmediatamente a menos que yo diera el visto bueno para hacerlo. No tardé en abrir aquel chat. La foto de perfil que se encontraba arriba a la izquierda, aunque era minúscula era lo suficientemente grande como para apreciar a la chica que posaba sonriente con las manos horizontales que parecían sostener su mandíbula inferior. Esos ojos azules eran inconfundibles. Brillaban incluso más que aquella admirable dentadura. Eso sin contar aquella melena rubia tan perfecta. ¿Pero cómo tenía mi número? Después de hacerme aquella pregunta caí en cuenta que me había quedado dormida sobre ella, así que tuvo el tiempo suficiente como para abrirme la chaqueta, sacarme el móvil y enviarse un mensaje, que intuí que posteriormente había borrado. Era fácil acceder a mi móvil ya que no tenía patrón ni pin, sabía que ponerlo le brindaba más seguridad a mi privacidad, pero si lo dejaba tal y como estaba mamá se confiaría de que no tenía nada que ocultar. Además el móvil siempre permanecía conmigo. <<Pues ya que te tomaste la molestia de cogerme el móvil, podías haberte agendado también. >> —Pensé. Aquel pie de foto era una anticipación a lo que me encontraría segundos más tarde: <<Si no fuera porque te pillé in fraganti en mi cama, diría que eres un ángel con esa bendita cara.>> Entonces se descargó la imagen y la abrí. Era una foto sacada desde arriba, salía apoyada sobre sus piernas de costado, con la frente en dirección hacia sus rodillas y la nuca más apegada a la parte de su vientre. Tenía los ojos cerrados y en efecto, parecía una niña buena que nunca había roto un plato. Era extraño verme. A excepción de las fotos que me hizo mamá cuando era pequeña, no tenía una fotografía en mi edad adolescente sacada por otra persona. Aquella foto me hizo verme desde otra perspectiva, hizo que me viera desde lo que probablemente habían visto los ojos de Julia. Y no es porque fuera yo, pero aquella chica merecía tener un hueco en una exposición de fotografía de prestigio. ¿No ponen en las exposiciones arte tan abstracto que de lo abstracto que ves no logras ver el arte por ningún lado? ¿Pues por qué no podría estar colgada yo allí? <<La bella durmiente.>> Así la llamaría. Y después de soñar con estar en alguna exposición y de ponerle un nombre realmente atractivo a aquella foto, regresé a la realidad. <<¿Cuántas fotos mías más tienes?>> No tardó en llegar su respuesta, parecía que estaba con la mirada clavada en el móvil esperando mi respuesta para contestar. <<Ninguna. Solo esa. ¿Por qué?>> Entonces me hice un selfie sacando la lengua y guiñando un ojo y acto seguido se la mandé añadiendo: <<Eso es mentira. Tienes dos.>> Y agregué el emoji que guiña un ojo y saca la lengua para enfatizar mi burla. Lo cierto era que no me creía que solo tuviera esa foto. Pensando sobre lo fácil que le había resultado cogerme el móvil me entró una fuerte angustia. ¿Habría visto algo más? ¿O solo se habría centrado en conseguir mi número? No ocultaba gran cosa en ningún chat. Pero en el bloc de notas estaban todos mis pensamientos y sentimientos respecto a todo. A Alex, a Tony, a Aída, a Erick, a ella, incluso a Hannah a pesar de haberla conocido aquel día. Tampoco se escapaba Stefany con sus secretos. Mi bloc de notas era como un diario. Digamos que cada nombre tenía su propia página con la lista de sucesos que habían acontecido o pensamientos que me surgían referente a esa persona. La única que me faltaba por añadir a la lista de nombres era Alma. Y eso fue lo que hice en aquel instante: añadirla. Así que abrí el bloc de notas y escribí: Alma Salinas. Y una vez le puse el nombre seguí tecleando.

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